8.28.2010

El control de la prensa

Tuffí Aré Vázquez ®® Periodista

No hay poder político en el mundo que no quiera perpetuarse. En su afán de reproducirse, todo poder político en el planeta ha buscado casi siempre el control de la prensa independiente. Con menor o mayor obsesión, los gobiernos pretenden tener de su lado a los medios y combaten a los que se resisten al sometimiento. El buen periodismo siempre ha sido enemigo de los gobernantes que quieren propaganda en lugar de información. La buena prensa descubre, hace público lo que el poder pretende esconder.

En Bolivia todos los gobiernos han querido de alguna manera, con mayor o menor intensidad, someter a los medios informativos independientes. Lo han buscado los del pasado. Lo quiere hacer el actual. La relación de la prensa con gobiernos de América del Sur pasa también ahora por un momento especial. Se vive una etapa de transición, de la tensión normal a la peligrosa confrontación. Los casos más emblemáticos de los últimos días son los de Venezuela y Argentina. La semana pasada, un periódico venezolano protestó contra una prohibición de la difusión de fotos, aplicada por el chavismo. Lo hizo con la palabra censura en un fondo blanco de su portada.

En las últimas horas, los dos diarios argentinos de mayor influencia, Clarín y La Nación, han denunciado la intención del Gobierno de Cristina de Kirchner de controlar la producción de papel y, por lo tanto, de la información. La nueva iniciativa de la Presidenta, que presentó un informe de 400 páginas contra la empresa Papel Prensa, de la que los dos periódicos son accionistas, ha sido interpretada como otra arremetida del kirchnerismo contra los medios privados independientes. Ambos diarios han enumerado todas las acciones contra la libertad de expresión en este tenso periodo, que van desde la nueva ley de medios hasta el uso de la propaganda oficial, el manejo militante de los medios públicos, el control de acceso a la información y la multiplicación de los medios paraoficiales. También se acaba de cancelar la licencia de un proveedor de Internet.

Lo último es la intención aparente del Gobierno argentino de controlar el insumo básico de alrededor de 180 periódicos de ese país, que se abastecen de Papel Prensa. El camino es una denuncia que vincula a los propietarios de Clarín y La Nación en la compra supuestamente irregular de esa compañía, en 1976, con favores de la dictadura e incurriendo en delitos contra los derechos humanos. Lo cierto es que el caso pretende ser criminalizado o judicializado. Los periodistas de los dos diarios dicen que en 27 años de democracia jamás sufrieron tal arremetida del poder.

En Bolivia aún no se han dado estos pasos, pero la tentación del contagio es lo que hay que evitar a partir de una condena frontal de estas experiencias y realidades vecinas. Claro que la buena prensa incomoda también aquí, pese a que últimamente disminuyeron los ataques verbales y las iniciativas contra los periodistas o medios no gubernamentales.

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