Por JOHN LYONS, LUCIANA MAGALHAES y LORETTA CHAO/ Wall Street Journal
Eike Batista en su casa de Rio de Janeiro con su Mercedez Benz que estaciona en la sala. Eduardo Martino/archivolatino/Redux |
"En la forma que lo dice, no suena descabellado,"
recuerda Brian Gibson, el entonces vicepresidente sénior del Plan de Pensiones
de los Profesores de Ontario, que organizó la reunión. "Como
inversionista, uno busca alguien con hambre. No sabía si iba a ser el hombre
más rico o no, y no me importaba".
Batista no lo logró. En cambio, protagoniza una de las historias
de auge y caída más asombrosas en la historia de los negocios. A partir de
2006, el empresario sacó a bolsa cinco empresas nuevas en cinco años, y formó
un imperio brasileño de las materias primas a partir de la nada. Aseguró que
sus compañías eran "a prueba de idiotas" y las bautizó con nombres que
terminaban con la letra X, indicando la multiplicación de la riqueza. Entre las
figuras que respaldaron a este ejecutivo de 56 años se encuentran el presidente
ejecutivo del conglomerado industrial General Electric,
GE +0.14%Jeff
Immelt, y el gigante de las inversiones BlackRock
Inc. BLK +0.33%El
año pasado, Batista aparecía entre los diez hombres más acaudalados del mundo,
según la revista Forbes, con un patrimonio que superaba los US$30.000 millones.
De repente, su imperio se derrumbó. La petrolera OGX, que salió a
bolsa en 2008 en una operación en la que recaudó US$4.100 millones —en ese
momento la mayor oferta pública inicial en la historia de Brasil— declaró el
miércoles la mayor bancarrota en la historia de América Latina luego de que no
produjera casi ninguno de los 10.800 millones de barriles de crudo que Batista
prometió encontrar. El colapso de OGX causó una caída en picada del precio de
las acciones del resto de las empresas de su imperio, borrando la mayor parte
de su patrimonio.
Las acciones de OGX cayeron 26% el miércoles y acumulan un
descenso de 96% en los últimos 12 meses.
Entre los perdedores por las desventuras de Batista se encuentran
el gigante de los bonos Pacific Investment Management Co. y el administrador de
portafolios BlackRock, algunos de los mayores compradores de los US$3.600
millones en bonos de OGX que ahora valen centavos por cada dólar que
invirtieron. Entre los pocos ganadores hay fondos como el de los Profesores de
Ontario, que afirman que dieron un paso al costado a tiempo, así como
ejecutivos de OGX que dejaron la empresa cuando sus acciones cotizaban alto.
Batista afirma que aún le quedan US$1.000 millones, aunque es
imposible de verificar dada la complejidad de sus negocios. Fue sacado de la
lista de Forbes de los hombres más ricos del mundo.
Durante una entrevista en septiembre en su oficina de Rio de
Janeiro, el empresario afirmó que había sido mal aconsejado por sus ejecutivos.
"Brindé la información que me dio la gente", sostuvo, y aclaró que él
perdió más dinero que nadie.
Sentado entre los vestigios de media década de hacer negocios
—mapas de sus operaciones, una guitarra eléctrica con la forma de Brasil— predijo
un regreso. "Mis proyectos están vivos y se convertirán en
referencias". A través de la ventana, en la distancia, se podía ver una de
sus plataformas en la bahía de Rio.
Los inversionistas de Batista, incluidos el fondo soberano de Abu
Dhabi y el gobierno brasileño, tratan de recuperar los cerca de US$20.000
millones que le dieron, tanto en deuda como en acciones. Su esfuerzo se enmarca
en una pregunta más amplia: ¿cómo es que nombres de tal envergadura y prestigio
dedicaron tanto dinero a las ideas de un hombre, que luego fracasaron en forma
tan rotunda?
Parte de la respuesta tiene que ver con la enorme ola de optimismo
que inundó a Brasil cuando Batista entró en escena. Los inversionistas globales
se abalanzaron sobre los activos brasileños en un momento en que los precios de
las materias primas se disparaban y las economías de Estados Unidos y Europa
perdían fuerza. Una cantidad récord de empresas brasileñas realizó emisiones de
acciones en 2007, la mayoría de las cuales fueron a parar a manos de inversionistas
foráneos. Ese mismo año, el mercado bursátil brasileño tuvo uno de los mejores
desempeños del mundo. Por si eso fuera poco, justo cuando los precios del crudo
se encaminaban a nuevos máximos, el país realizó los mayores hallazgos de
petróleo del hemisferio en décadas.
Otra parte también tiene que ver con la capacidad de Batista de
canalizar ese optimismo hacia sus proyectos. Varios de sus socios lo
describieron como un hombre muy consciente de los incentivos de los banqueros,
periodistas, inversionistas y funcionarios gubernamentales que eran parte del
boom. Le dijo a sus ejecutivos que inspiraran "codicia", según varios
de ellos.
Batista niega haberles dicho a sus ejecutivos que inspiraran
codicia.
El empresario también recibió un gran apoyo local. La presidenta
Dilma Rousseff participó en una ceremonia para inaugurar la producción de
petróleo de OGX y elogió a Batista, además de calificar a OGX como un potencial
"socio" de la petrolera estatal Petrobras
PETR4.BR -2.10%.
El banco estatal de desarrollo, BNDES, le otorgó un crédito de
US$3.000 millones. En parte como consecuencia de esto, algunos inversionistas
consideraron que el gobierno no permitiría una quiebra de las empresas de
Batista. BNDES prefirió no hacer comentarios.
Para muchos, el carismático empresario con implantes capilares y
corbatas de color rosa era el rostro del auge brasileño. Hijo de un brasileño y
una alemana, Batista habla inglés con fluidez, con acento germano. Sus oficinas
en Rio de Janeiro llegaron a ser una escala obligada para los inversionistas
interesados en Brasil.
Apareció en muchos programas de TV en otros países, donde a menudo
lo presentaban como el empresario que buscaba superar al estadounidense Bill Gates
o el mexicano Carlos Slim como el hombre más rico del mundo, según quién
encabezaba el ránking.
La ambiciosa personalidad de Batista encajaba a la perfección con
la vitalidad del ascenso de Brasil, señalan inversionistas. Se casó con un
símbolo sexual brasileño y estacionaba su Mercedes-Benz SLR McLaren en la sala
de estar de su casa. Le gustaba hablar de su mapa astrológico y compraba
derechos de exploración petrolera en cifras que terminaban en 63, su número de
la suerte.
"Fue un fraude de burbuja," acusa Aurelio Valporto, un
economista semiretirado y ex operador de valores que dice haber perdido 40% de
sus ahorros en OGX. "Puedo soportar perder dinero porque ya me ha sucedido
antes. Lo que me irrita es la sensación de haber sido víctima de un robo."
El regulador de valores de Brasil investiga el posible uso de
información privilegiada por parte de Batista. El empresario niega las
acusaciones y dice que nunca engañó a los inversionistas.
Otros inversionistas aseguran que Batista es un visionario que
creyó en sus compañías y tenía la mayor parte de su patrimonio invertido en
ellas cuando declinaron. Afirman que lo que le faltaba a Batista era la
capacidad de gestión necesaria para administrar un imperio que se expandía a
toda velocidad.
"Fue un vendedor de sueños, y está hundiendo con sus
sueños", afirma Arminio Fraga, un expresidente del banco central brasileño
cuyo fondo de cobertura obtuvo ganancias al invertir unos US$40 millones en
OGX, que luego vendió.
Con un respaldo inicial crucial del fondo de pensiones de los
profesores de Ontario, Batista recaudó dinero para construir un conglomerado
interconectado de empresas nuevas de recursos e infraestructura. Su firma
minera MMX indicó que enviaría mineral de hierro a China a través de un
superpuerto, de mayor tamaño que la isla de Manhattan en Nueva York, que era
construido por LLX, su empresa de logística. Una empresa energética, MPX,
proveería su parte. La empresa de construcción de barcos OSX ubicaría un astillero
en el puerto LLX y construiría plataformas petroleras para OGX, la firma
petrolera.
En conjunto, las acciones de las compañías les dieron a los
inversionistas formas fáciles de participar en los distintos sectores del auge
brasileño. El único problema es que unos siete años después de su primera
salida a bolsa, el imperio no es rentable.
En la entrevista en septiembre, Batista negó haber engañado a los
inversionistas sobre sus perspectivas. "El principal error fue que los
recursos que se suponía que debían estar ahí no fueron productivos",
sostuvo.
Agregó que el fracaso de OGX a la hora de encontrar petróleo causó
un efecto dominó de ventas, que fue alimentado por rumores de ex socios que
querían perjudicarlo. "Nadie puede soportar una corrida bancaria",
indicó Batista. Además señaló que muchos de sus proyectos tienen futuros
prometedores y que fueron afectados injustamente por el colapso de OGX.
Ahora que OGX ha solicitado la protección por quiebra, Batista
tiene 60 días para presentar un plan de reorganización. Los tenedores de sus
US$3.600 millones en bonos probablemente se queden con el control de la
empresa. La compañía aún no ha comenzado a producir petróleo y sus intentos
anteriores por lograrlo han fracasado.
Hubo señales de alerta. Para el momento en el que Batista se
reunió con los representantes del fondo de pensiones de los Profesores de
Ontario en el Copacabana Palace, ya había acumulado una serie de fracasos,
incluidas una empresa de cerveza, una compañía de jeeps llamada JPX y una imitación
de FedEx
FDX +2.00%.
Uno de los fracasos más notorios de Batista fue una empresa de
oro, TVX, que se ubicó entre las mayores mineras de oro del mundo en los años
80 y 90. Pero quebró, y sus minas en actividad fueron vendidas.
Algunos bancos de inversión, incluyendo Credit Suisse,
CSGN.VX -0.46%que
coordinaron la salida a bolsa de algunas de las mayores empresas de Batista
ganaron millones de dólares en comisiones. El fondo de pensiones de los
profesores de Ontario dice que obtuvo una ganancia de "10 dígitos"
con Batista.
Empresarios que han recibido propuestas de negocios de Batista
aseguran que suele comenzar del mismo modo: con sus primeros años como corredor
de oro en la Amazonia brasileña. Lo que busca transmitir con la historia es que
el empresario se hizo a sí mismo y su visión se conjuga con tomar riesgos y
perseverar.
Según relata, Batista sintió la fiebre del oro a temprana edad.
Cuando el auge del oro se desató en la Amazonia a fines de los 70, abandonó sus
estudios de ingeniería en Alemania y transportó oro en un auto viejo hasta Rio,
para venderlo. Dice que amasó US$6 millones en un año y medio. Tenía menos de
25 años.
Mientras el joven Batista estaba en la Amazonia, su padre, Eliezer
Batista, ayudaba a convertir Vale
SA VALE5.BR +1.86%en
una de las mayores firmas mundiales de mineral del hierro. Dirigió la empresa
durante un tiempo y es considerado uno de los hombres más prominentes de su
generación.
Por lejos, el mayor acuerdo de Batista fue lanzar OGX, la
petrolera que acaba de declararse en bancarrota. Recaudó más de US$9.000
millones en deuda y valores desde 2007.
La idea para la empresa surgió en 2006, cuando Brasil había
descubierto algunos de los mayores yacimientos petroleros del mundo, en las
profundidades del océano. Algunos de esos campos petroleros serían subastados.
Batista decidió recaudar dinero para comprar algunos de esos
campos en aguas profundas. La estrategia era comprarlos y luego traer a las
principales petroleras del mundo para administrarlos. En cuestión de meses,
Batista lanzó OGX con US$500 millones del fondo de los profesores de Ontario y
US$500 millones de su propio dinero.
Justo antes de que se concretara la venta, las autoridades
brasileñas sorprendieron a la industria petrolera al retirar de la subasta los
yacimientos en aguas profundas. Los campos, indicaron funcionarios, simplemente
eran demasiados valiosos. Lo que quedaba para ser subastado incluía viejos
campos a baja profundidad que Petrobras explotaba desde los años 70.
Eso dejó a Batista y su equipo en un dilema. El empresario adaptó
su plan de negocios con rapidez. La nueva propuesta era que los campos a poca
profundidad eran campos fáciles de explotar que Petrobras no tenía los recursos
para desarrollar porque estaba gastando grandes sumas para explorar petróleo en
aguas profundas. Y aunque los pozos eran viejos, nueva tecnología sísmica de
3-D podría posibilitar nuevos descubrimientos.
En diciembre de 2007, OGX compró casi todos los bloques en aguas
de poca profundidad que se subastaron.
Para el año siguiente, OGX preparaba la mayor salida a bolsa de la
historia de Brasil. En el prospecto, OGX indicó que sus campos representaban
hasta 10.800 millones de equivalente a petróleo. Y aunque la tasa potencial de
recuperación era de alrededor de 27%, el prospecto señalaba que el equipo
ejecutivo de Batista, compuesto por expertos en la industria, había conseguido
una tasa de descubrimiento mucho mayor, de 53%, cuando trabajaban para
Petrobras.
Pero había señales de inquietud. Merrill Lynch, ahora una unidad
de Bank of America,
BAC +0.57%se
retiró del acuerdo luego de que su analista petrolero, Frank McGann, les dijo a
banqueros que pensaba que las cifras de OGX no encajaban. Bank of America
prefirió no hacer comentarios.
OGX perforó su primer pozo exploratorio en la zona de la Cuenca
Campos, cerca de los viejos pozos de Petrobras. En octubre de 2009, OGX reportó
los resultados: un descubrimiento de hasta 1.500 millones de barriles de
petróleo recuperable.
Cuatro años y varios miles de millones de dólares después, OGX
daría marcha atrás e informaría que la mayoría de sus campos en la Cuenca
Campos no producirían petróleo comercial después de todo.
La salida a bolsa sumó rápidamente más de US$10.000 millones a la
riqueza personal de Batista, y lo convirtió en uno de los hombres más ricos de
Brasil.
En 2009, comenzó a trabajar en una nueva empresa para construir
barcos, OSX, con la intención de construir plataformas petroleras para OGX. La
petrolera hizo varios pedidos, lo que le dio a OSX una importante fuente de
ingresos. Las plataformas eran enormes y más adelante resultó que no servían
para la tarea que debían desempeñar, según una persona al tanto.
OSX salió a bolsa a comienzos de 2010 por unos US$1,400 millones.
Pero las firmas petroleras que analizaron de cerca sus activos no
se llevaron una buena impresión.
En lo que Batista ahora dice que fue su principal error, decidió
intentar desarrollar los campos solo. "Mucha gente quería hacer un negocio
con nosotros y fuimos arrogantes", dijo. "Fue un error estratégico
porque mi equipo me convenció de que teníamos activos tan importantes que
debíamos explotarlos solos, y me perdí oportunidades increíbles de lanzar
emprendimientos conjuntos".
OGX estableció más de 100 pozos. Pero aunque perforaba a un ritmo
furioso, no producía crudo. Para 2012, los inversionistas le preguntaban a
Batista cuándo comenzaría a cumplir.
En marzo de ese año, el empresario emprendió lo que sería la
última campaña de recaudación de fondos de OGX. Consiguió otros US$3.500
millones en préstamos de inversionistas como el fondo soberano de Abu Dhabi y
General Electric. En junio, OGX les dijo a los inversionistas que los campos de
la Cuenta Campos no eran tan buenos como se creía y redujo las estimaciones de
producción en dos tercios. Su acción cayó 50% en un día.
En mayo de 2013, Batista vendió unos US$60 millones en acciones de
OGX, según documentos regulatorios, y vendería más en junio. Para el 1 de julio
admitió que la Cuenca Campos era un fracaso y dijo que la empresa no tenía la
tecnología para desarrollar los pozos.
"Creí en eso. Creí en eso tanto como ellos", aseguró
Batista. "Viviendo en un país que tiene estos enormes descubrimientos
petroleros, ¿por qué no debería yo también ser bendecido con uno?".
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