11.01.2013

El auge y caída del imperio de Eike Batista

RIO DE JANEIRO—En 2006, Eike Batista entró al opulento hotel Copacabana Palace, en Rio de Janeiro, para participar en un cóctel con un fondo de pensiones canadiense que quería aprovechar las oportunidades que ofrecía el auge de Brasil en la economía mundial. El emprendedor brasileño cautivó a sus anfitriones con su ambiciosa propuesta: su meta era ser el hombre más rico del mundo y los inversionistas que lo acompañaran en esta aventura también prosperarían.
Por JOHN LYONS, LUCIANA MAGALHAES y LORETTA CHAO/ Wall Street Journal


Eike Batista en su casa de Rio de Janeiro con su Mercedez Benz que estaciona en la sala. Eduardo Martino/archivolatino/Redux
"En la forma que lo dice, no suena descabellado," recuerda Brian Gibson, el entonces vicepresidente sénior del Plan de Pensiones de los Profesores de Ontario, que organizó la reunión. "Como inversionista, uno busca alguien con hambre. No sabía si iba a ser el hombre más rico o no, y no me importaba".

Batista no lo logró. En cambio, protagoniza una de las historias de auge y caída más asombrosas en la historia de los negocios. A partir de 2006, el empresario sacó a bolsa cinco empresas nuevas en cinco años, y formó un imperio brasileño de las materias primas a partir de la nada. Aseguró que sus compañías eran "a prueba de idiotas" y las bautizó con nombres que terminaban con la letra X, indicando la multiplicación de la riqueza. Entre las figuras que respaldaron a este ejecutivo de 56 años se encuentran el presidente ejecutivo del conglomerado industrial General Electric, GE +0.14%Jeff Immelt, y el gigante de las inversiones BlackRock Inc. BLK +0.33%El año pasado, Batista aparecía entre los diez hombres más acaudalados del mundo, según la revista Forbes, con un patrimonio que superaba los US$30.000 millones.

De repente, su imperio se derrumbó. La petrolera OGX, que salió a bolsa en 2008 en una operación en la que recaudó US$4.100 millones —en ese momento la mayor oferta pública inicial en la historia de Brasil— declaró el miércoles la mayor bancarrota en la historia de América Latina luego de que no produjera casi ninguno de los 10.800 millones de barriles de crudo que Batista prometió encontrar. El colapso de OGX causó una caída en picada del precio de las acciones del resto de las empresas de su imperio, borrando la mayor parte de su patrimonio.

Las acciones de OGX cayeron 26% el miércoles y acumulan un descenso de 96% en los últimos 12 meses.

Entre los perdedores por las desventuras de Batista se encuentran el gigante de los bonos Pacific Investment Management Co. y el administrador de portafolios BlackRock, algunos de los mayores compradores de los US$3.600 millones en bonos de OGX que ahora valen centavos por cada dólar que invirtieron. Entre los pocos ganadores hay fondos como el de los Profesores de Ontario, que afirman que dieron un paso al costado a tiempo, así como ejecutivos de OGX que dejaron la empresa cuando sus acciones cotizaban alto.

Batista afirma que aún le quedan US$1.000 millones, aunque es imposible de verificar dada la complejidad de sus negocios. Fue sacado de la lista de Forbes de los hombres más ricos del mundo.

Durante una entrevista en septiembre en su oficina de Rio de Janeiro, el empresario afirmó que había sido mal aconsejado por sus ejecutivos. "Brindé la información que me dio la gente", sostuvo, y aclaró que él perdió más dinero que nadie.

Sentado entre los vestigios de media década de hacer negocios —mapas de sus operaciones, una guitarra eléctrica con la forma de Brasil— predijo un regreso. "Mis proyectos están vivos y se convertirán en referencias". A través de la ventana, en la distancia, se podía ver una de sus plataformas en la bahía de Rio.

Los inversionistas de Batista, incluidos el fondo soberano de Abu Dhabi y el gobierno brasileño, tratan de recuperar los cerca de US$20.000 millones que le dieron, tanto en deuda como en acciones. Su esfuerzo se enmarca en una pregunta más amplia: ¿cómo es que nombres de tal envergadura y prestigio dedicaron tanto dinero a las ideas de un hombre, que luego fracasaron en forma tan rotunda?

Parte de la respuesta tiene que ver con la enorme ola de optimismo que inundó a Brasil cuando Batista entró en escena. Los inversionistas globales se abalanzaron sobre los activos brasileños en un momento en que los precios de las materias primas se disparaban y las economías de Estados Unidos y Europa perdían fuerza. Una cantidad récord de empresas brasileñas realizó emisiones de acciones en 2007, la mayoría de las cuales fueron a parar a manos de inversionistas foráneos. Ese mismo año, el mercado bursátil brasileño tuvo uno de los mejores desempeños del mundo. Por si eso fuera poco, justo cuando los precios del crudo se encaminaban a nuevos máximos, el país realizó los mayores hallazgos de petróleo del hemisferio en décadas.

Otra parte también tiene que ver con la capacidad de Batista de canalizar ese optimismo hacia sus proyectos. Varios de sus socios lo describieron como un hombre muy consciente de los incentivos de los banqueros, periodistas, inversionistas y funcionarios gubernamentales que eran parte del boom. Le dijo a sus ejecutivos que inspiraran "codicia", según varios de ellos.

Batista niega haberles dicho a sus ejecutivos que inspiraran codicia.

El empresario también recibió un gran apoyo local. La presidenta Dilma Rousseff participó en una ceremonia para inaugurar la producción de petróleo de OGX y elogió a Batista, además de calificar a OGX como un potencial "socio" de la petrolera estatal Petrobras PETR4.BR -2.10%.

El banco estatal de desarrollo, BNDES, le otorgó un crédito de US$3.000 millones. En parte como consecuencia de esto, algunos inversionistas consideraron que el gobierno no permitiría una quiebra de las empresas de Batista. BNDES prefirió no hacer comentarios.

Para muchos, el carismático empresario con implantes capilares y corbatas de color rosa era el rostro del auge brasileño. Hijo de un brasileño y una alemana, Batista habla inglés con fluidez, con acento germano. Sus oficinas en Rio de Janeiro llegaron a ser una escala obligada para los inversionistas interesados en Brasil.

Apareció en muchos programas de TV en otros países, donde a menudo lo presentaban como el empresario que buscaba superar al estadounidense Bill Gates o el mexicano Carlos Slim como el hombre más rico del mundo, según quién encabezaba el ránking.

La ambiciosa personalidad de Batista encajaba a la perfección con la vitalidad del ascenso de Brasil, señalan inversionistas. Se casó con un símbolo sexual brasileño y estacionaba su Mercedes-Benz SLR McLaren en la sala de estar de su casa. Le gustaba hablar de su mapa astrológico y compraba derechos de exploración petrolera en cifras que terminaban en 63, su número de la suerte.

"Fue un fraude de burbuja," acusa Aurelio Valporto, un economista semiretirado y ex operador de valores que dice haber perdido 40% de sus ahorros en OGX. "Puedo soportar perder dinero porque ya me ha sucedido antes. Lo que me irrita es la sensación de haber sido víctima de un robo."

El regulador de valores de Brasil investiga el posible uso de información privilegiada por parte de Batista. El empresario niega las acusaciones y dice que nunca engañó a los inversionistas.

Otros inversionistas aseguran que Batista es un visionario que creyó en sus compañías y tenía la mayor parte de su patrimonio invertido en ellas cuando declinaron. Afirman que lo que le faltaba a Batista era la capacidad de gestión necesaria para administrar un imperio que se expandía a toda velocidad.

"Fue un vendedor de sueños, y está hundiendo con sus sueños", afirma Arminio Fraga, un expresidente del banco central brasileño cuyo fondo de cobertura obtuvo ganancias al invertir unos US$40 millones en OGX, que luego vendió.

Con un respaldo inicial crucial del fondo de pensiones de los profesores de Ontario, Batista recaudó dinero para construir un conglomerado interconectado de empresas nuevas de recursos e infraestructura. Su firma minera MMX indicó que enviaría mineral de hierro a China a través de un superpuerto, de mayor tamaño que la isla de Manhattan en Nueva York, que era construido por LLX, su empresa de logística. Una empresa energética, MPX, proveería su parte. La empresa de construcción de barcos OSX ubicaría un astillero en el puerto LLX y construiría plataformas petroleras para OGX, la firma petrolera.

En conjunto, las acciones de las compañías les dieron a los inversionistas formas fáciles de participar en los distintos sectores del auge brasileño. El único problema es que unos siete años después de su primera salida a bolsa, el imperio no es rentable.

En la entrevista en septiembre, Batista negó haber engañado a los inversionistas sobre sus perspectivas. "El principal error fue que los recursos que se suponía que debían estar ahí no fueron productivos", sostuvo.

Agregó que el fracaso de OGX a la hora de encontrar petróleo causó un efecto dominó de ventas, que fue alimentado por rumores de ex socios que querían perjudicarlo. "Nadie puede soportar una corrida bancaria", indicó Batista. Además señaló que muchos de sus proyectos tienen futuros prometedores y que fueron afectados injustamente por el colapso de OGX.

Ahora que OGX ha solicitado la protección por quiebra, Batista tiene 60 días para presentar un plan de reorganización. Los tenedores de sus US$3.600 millones en bonos probablemente se queden con el control de la empresa. La compañía aún no ha comenzado a producir petróleo y sus intentos anteriores por lograrlo han fracasado.

Hubo señales de alerta. Para el momento en el que Batista se reunió con los representantes del fondo de pensiones de los Profesores de Ontario en el Copacabana Palace, ya había acumulado una serie de fracasos, incluidas una empresa de cerveza, una compañía de jeeps llamada JPX y una imitación de FedEx FDX +2.00%.

Uno de los fracasos más notorios de Batista fue una empresa de oro, TVX, que se ubicó entre las mayores mineras de oro del mundo en los años 80 y 90. Pero quebró, y sus minas en actividad fueron vendidas.

Algunos bancos de inversión, incluyendo Credit Suisse, CSGN.VX -0.46%que coordinaron la salida a bolsa de algunas de las mayores empresas de Batista ganaron millones de dólares en comisiones. El fondo de pensiones de los profesores de Ontario dice que obtuvo una ganancia de "10 dígitos" con Batista.

Empresarios que han recibido propuestas de negocios de Batista aseguran que suele comenzar del mismo modo: con sus primeros años como corredor de oro en la Amazonia brasileña. Lo que busca transmitir con la historia es que el empresario se hizo a sí mismo y su visión se conjuga con tomar riesgos y perseverar.

Según relata, Batista sintió la fiebre del oro a temprana edad. Cuando el auge del oro se desató en la Amazonia a fines de los 70, abandonó sus estudios de ingeniería en Alemania y transportó oro en un auto viejo hasta Rio, para venderlo. Dice que amasó US$6 millones en un año y medio. Tenía menos de 25 años.

Mientras el joven Batista estaba en la Amazonia, su padre, Eliezer Batista, ayudaba a convertir Vale SA VALE5.BR +1.86%en una de las mayores firmas mundiales de mineral del hierro. Dirigió la empresa durante un tiempo y es considerado uno de los hombres más prominentes de su generación.

Por lejos, el mayor acuerdo de Batista fue lanzar OGX, la petrolera que acaba de declararse en bancarrota. Recaudó más de US$9.000 millones en deuda y valores desde 2007.

La idea para la empresa surgió en 2006, cuando Brasil había descubierto algunos de los mayores yacimientos petroleros del mundo, en las profundidades del océano. Algunos de esos campos petroleros serían subastados.

Batista decidió recaudar dinero para comprar algunos de esos campos en aguas profundas. La estrategia era comprarlos y luego traer a las principales petroleras del mundo para administrarlos. En cuestión de meses, Batista lanzó OGX con US$500 millones del fondo de los profesores de Ontario y US$500 millones de su propio dinero.

Justo antes de que se concretara la venta, las autoridades brasileñas sorprendieron a la industria petrolera al retirar de la subasta los yacimientos en aguas profundas. Los campos, indicaron funcionarios, simplemente eran demasiados valiosos. Lo que quedaba para ser subastado incluía viejos campos a baja profundidad que Petrobras explotaba desde los años 70.

Eso dejó a Batista y su equipo en un dilema. El empresario adaptó su plan de negocios con rapidez. La nueva propuesta era que los campos a poca profundidad eran campos fáciles de explotar que Petrobras no tenía los recursos para desarrollar porque estaba gastando grandes sumas para explorar petróleo en aguas profundas. Y aunque los pozos eran viejos, nueva tecnología sísmica de 3-D podría posibilitar nuevos descubrimientos.

En diciembre de 2007, OGX compró casi todos los bloques en aguas de poca profundidad que se subastaron.

Para el año siguiente, OGX preparaba la mayor salida a bolsa de la historia de Brasil. En el prospecto, OGX indicó que sus campos representaban hasta 10.800 millones de equivalente a petróleo. Y aunque la tasa potencial de recuperación era de alrededor de 27%, el prospecto señalaba que el equipo ejecutivo de Batista, compuesto por expertos en la industria, había conseguido una tasa de descubrimiento mucho mayor, de 53%, cuando trabajaban para Petrobras.

Pero había señales de inquietud. Merrill Lynch, ahora una unidad de Bank of America, BAC +0.57%se retiró del acuerdo luego de que su analista petrolero, Frank McGann, les dijo a banqueros que pensaba que las cifras de OGX no encajaban. Bank of America prefirió no hacer comentarios.

OGX perforó su primer pozo exploratorio en la zona de la Cuenca Campos, cerca de los viejos pozos de Petrobras. En octubre de 2009, OGX reportó los resultados: un descubrimiento de hasta 1.500 millones de barriles de petróleo recuperable.

Cuatro años y varios miles de millones de dólares después, OGX daría marcha atrás e informaría que la mayoría de sus campos en la Cuenca Campos no producirían petróleo comercial después de todo.

La salida a bolsa sumó rápidamente más de US$10.000 millones a la riqueza personal de Batista, y lo convirtió en uno de los hombres más ricos de Brasil.

En 2009, comenzó a trabajar en una nueva empresa para construir barcos, OSX, con la intención de construir plataformas petroleras para OGX. La petrolera hizo varios pedidos, lo que le dio a OSX una importante fuente de ingresos. Las plataformas eran enormes y más adelante resultó que no servían para la tarea que debían desempeñar, según una persona al tanto.

OSX salió a bolsa a comienzos de 2010 por unos US$1,400 millones.

Pero las firmas petroleras que analizaron de cerca sus activos no se llevaron una buena impresión.

En lo que Batista ahora dice que fue su principal error, decidió intentar desarrollar los campos solo. "Mucha gente quería hacer un negocio con nosotros y fuimos arrogantes", dijo. "Fue un error estratégico porque mi equipo me convenció de que teníamos activos tan importantes que debíamos explotarlos solos, y me perdí oportunidades increíbles de lanzar emprendimientos conjuntos".

OGX estableció más de 100 pozos. Pero aunque perforaba a un ritmo furioso, no producía crudo. Para 2012, los inversionistas le preguntaban a Batista cuándo comenzaría a cumplir.

En marzo de ese año, el empresario emprendió lo que sería la última campaña de recaudación de fondos de OGX. Consiguió otros US$3.500 millones en préstamos de inversionistas como el fondo soberano de Abu Dhabi y General Electric. En junio, OGX les dijo a los inversionistas que los campos de la Cuenta Campos no eran tan buenos como se creía y redujo las estimaciones de producción en dos tercios. Su acción cayó 50% en un día.

En mayo de 2013, Batista vendió unos US$60 millones en acciones de OGX, según documentos regulatorios, y vendería más en junio. Para el 1 de julio admitió que la Cuenca Campos era un fracaso y dijo que la empresa no tenía la tecnología para desarrollar los pozos.

"Creí en eso. Creí en eso tanto como ellos", aseguró Batista. "Viviendo en un país que tiene estos enormes descubrimientos petroleros, ¿por qué no debería yo también ser bendecido con uno?".

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