3.03.2009

Indicadores de periodismo y democracia en América Latina

Internet está creciendo como herramienta para la defensa de la libertad de prensa. En Cuba, algunos blogs se abren lentamente paso. En México, los diarios más acosados citan los comentarios de sus lectores como fuente para decir lo que ellos no pueden decir. Y la oferta informativa creciente de medios online sirve para limitar la censura en los medios tradicionales. De todos modos, los periodistas digitales tienen mucha menos influencia en la vanguardia periodística latinoamericana que sus colegas de Europa del Este, Asia o África.

El uso arbitrario de la publicidad oficial es una práctica cada vez más denunciada, por lo que están comenzando a recorrer la región nuevos criterios, más transparentes, para cambiar esas actitudes históricas de quiénes regulan el uso de los fondos públicos. En Uruguay, Chile y Costa Rica es dónde el uso de esa práctica arbitraria es más reducido, y precisamente en esos lugares es donde están comenzando a construirse esos criterios nuevos y más transparentes de distribución de esos fondos. En Chile, la Comisión Especial sobre Libertad de Expresión y Medios de Comunicación de la Cámara de Diputados finalizó un dictamen en el que solicita “establecer un sistema transparente y objetivo de subsidios, centrados en la creación y manutención de nuevos medios de comunicación que aseguren el pluralismo, la diversidad y las manifestaciones de las identidades regionales y locales” y también “establecer, en materia de avisaje, que una determinada cuota de cada avisador deberá distribuirse entre medios más vulnerables”. Este criterio puede expandirse por toda la región.

La definición de nuevos marcos regulatorios en la región para los medios audiovisuales todavía se realiza de acuerdo a procedimientos poco transparentes. Existe una sobrerrepresentación en esos debates de las empresas más grandes, frente a los potenciales nuevos actores que pueden ingresar a ese escenario. Varios gobiernos solo entienden a esos grandes grupos como los reales interlocutores para la definición del nuevo marco regulatorio.

Se mantiene con igual o mayor nivel la confrontación abierta y frontal de varios gobiernos con los medios de comunicación, más allá de las diversas posturas ideológicas. Los medios no encuentran una forma eficaz de responder a las críticas de que son actores políticos interesados.
En los cuatro países con más polarización ideológica a nivel de discurso (Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua), durante este segundo semestre del 2008 la tensión en el campo de los medios de comunicación se ha agravado pues en dos países hubo elecciones (Nicaragua y Venezuela), y en los otros dos diferentes referéndum (Bolivia y Ecuador).

Las situaciones más graves han ocurrido en Bolivia, donde un periodista oficialista fue brutalmente asesinado.
El discurso sobre la apertura en Cuba no tiene ninguna expresión concreta en la política hacia la prensa. Los medios oficiales siguen tan cerrados como siempre a cualquier discurso alternativo, las más de dos decenas de periodistas disidentes siguen detenidos, y las ocasionales voces que son toleradas por la Seguridad de Estado del régimen no difieren de las que, periódicamente, ha tolerado con el objetivo de dar una imagen de mayor libertad. La edición de publicaciones alternativas sigue estando prohibida.

En la medida en que medios principales del país profesionalizan su cobertura en las provincias, es posible que crezca la conflictividad hacia la prensa. Durante este segundo semestre en Paraguay, periodistas del diario Última Hora fueron amenazados por su investigación sobre el comercio ilegal en Ciudad del Este. La profesionalización de los periodistas en zonas donde el estado de derecho es muy precario, a la vez que aumenta las posibilidades de mejora para esa comunidad, puede generar más conflictividad hacia la prensa.
El desborde de la violencia en México encuentra a los periodistas sin una estrategia eficaz para responder a semejante flagelo. La estrategia de realizar coberturas comunes para protegerse entre sí, no parece estar funcionando. En México está creciendo, no solo el asesinato, sino también la desaparición de periodistas.

Para México, y para la gran cantidad de países de la región donde el crimen organizado se ha convertido en un problema central, es necesario retirarse de una cobertura directa, donde algunos periodistas en forma temeraria intentan revelar la trama de los grupos criminales y están expuestos, sin protección alguna, a la violencia descomunal de las mafias. Se requiere desarrollar formas de cobertura indirecta, en la que el esfuerzo periodístico está centrado en el análisis y radiografía de las causas por las cuáles el Estado es tan débil para combatir el crimen organizado. Esta estrategia indirecta es también más eficaz para contribuir a que las sociedades erradiquen las mafias, y es mucho menos peligrosa para los periodistas. De poco sirve revelar la estructura de un cartel del narcotráfico, dado que ese cartel luego será reemplazado por otro. Lo importante es que el periodismo se convierta en una fuerza de reforma estructural de esas sociedades para que el crimen organizado pueda ser combatido por las instituciones que corresponda.

* Fernando J. Ruiz es licenciado en Ciencias Políticas y obtuvo un doctorado en Comunicación Pública en la Universidad de Navarra. Escribió Las palabras son acciones: historia política y profesional del diario La Opinión, de Jacobo Timerman, 1971-1977 (Perfil libros, Buenos Aires, 2001). Es profesor del Seminario de Periodismo y Democracia, y de Historia y Cultura de la Comunicación, en la Facultad de Comunicación de la Universidad Austral, en Argentina, que auspicio este estudio junto con el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL).

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