6.28.2007

La prensa boliviana vista por un periodista norteamericano

El presidente de Bolivia, Evo Morales, llama a la prensa su "enemigo número uno". Y mientras fomenta la creación de radios comunitarias con apoyo financiero de su homólogo Venezolano, César Chavez, los periodistas se sienten cada vez mas amenazados. Pero como nos dice el periodista James Breiner, un becario Knight del Centro Internacional para Periodistas (ICFJ, por sus siglas en inglés), "no hay nada de novedoso en el hecho de que un presidente de cualquier país tenga discrepancias con los medios. Lo que sobresale ante un periodista norteamericano que, en este caso, ha pasado siete meses en el país, es el áspero tono de los ataques y la aprobación tácita y explícita del mandatario de agresiones contra periodistas por movimientos sociales."

El suceso más importante en la historia reciente de Bolivia tuvo lugar en enero 2006 cuando el primer mandatario indígena elegido democráticamente en las Américas se posesionó de la presidencia de la república.
A los extranjeros, muchos aspectos novedosos de Evo Morales les llamaron la atención, incluida su inauguración en el antiguo sitio de la cultura Tiwanaku en indumentaria tradicional. Pero en Bolivia mismo, lo importante fue la promesa de cambio de un sistema desgastado que fue caracterizado por una brecha inmensa entre los ricos y los pobres, una cultura de corrupción, la protección de intereses especiales, y la no provisión de servicios básicos confiables en materia de educación, salud, transporte y seguridad, entre otros.

Desde el principio, el Presidente proclamó sus discrepancias con los medios de comunicación. En su discurso de posesión declaró que “algunos periodistas o periodistas mujeres, permanentemente satanizaron la lucha social; permanentemente nos condenaban con mentiras. Estamos sometidos por algunos periodistas y medios de comunicación a un terrorismo mediático, como si fuéramos animales, como si fuéramos salvajes.” Esta crítica se ha repetido desde ese entonces con sus declaraciones en que afirma que la prensa es su enemigo número uno, llegando inclusive hasta el extremo de la amenaza, supuestamente en broma, que iría a nacionalizar el periódico La Razón, cuyos dueños son españoles, como castigo por publicar lo que él calificó como mentiras.

No hay nada de novedoso en el hecho de que un presidente de cualquier país tenga discrepancias con los medios. Lo que sobresale ante un periodista norteamericano que, en este caso, ha pasado siete meses en el país, es el áspero tono de los ataques y la aprobación tácita y explícita del mandatario de agresiones contra periodistas por movimientos sociales.
En los seis meses desde el diciembre de 2006, 19 periodistas fueron atacados fisicamente mientras hacían su trabajo, y hubo otros incidentes de amenazas, de acuerdo con información de varios medios. Aparentemente, no hay sanciones para una persona que golpea, apedrea o hiere a un periodista boliviano.

Los directores tienen inquietudes
Esta forma de intimidación, que incluye hasta el asedio a la sede de un medio (la emisora televisiva Unitel en Cochabamba en enero), crea un ambiente de temor que les preocupa a los gerentes y directores de los medios de comunicación. En una encuesta casual de algunos altos ejecutivos mediáticos, preguntados sobre el nivel de libertad de prensa en Bolivia en una escala de 1 a 10, con 10 siendo libertad completa, la calificaron entre 5 y 8. Pedro Rivero, director del diario El Deber y ex-presidente de la Asociación Nacional de la Prensa, califica la libertad como un 5, “por la relación muy tensa entro los medios y el Gobierno.”

No hay censura, pero hay conflicto entre el Gobierno y los medios. Este conflicto ha alcanzado un grado sin precedentes en los 25 años desde la revolución democrática en Bolivia, dice Rivero. “La gente en manifestaciones ha recibido el mensaje que las personas de los medios son sus enemigos, y hay que abuchearlas, bloquearlas, detenerlas,” dijo Rivero. “Es el Presidente que esta señalándolo, y es muy peligroso.” En marzo, un grupo de algunos 200 campesinos rodearon el coche de tres periodistas de La Razón, al que días antes el Presidente Morales había criticado como mentiroso por dos notas publicadas. La turba les insultó, apedreó y amenazó con quemar a los tres periodistas, y los detuvieron por 11 horas antes de permitirlos marcharse. Esta situación le molestó mucho al director de La Razón, Juan Carlos Rocha. El día siguiente, el periódico anunció a sus lectores que “ha tomado la decisión de no cubrir aquellos hechos informativos en los que la integridad de sus periodistas corra peligro y donde el ejercicio periodístico no está garantizado.”

En una entrevista dos meses después de la decisión, Rocha dijo que era “una renuncia muy delicada, muy polémica” dentro del periódico porque el compromiso de los periodistas es cubrir los hechos sin importar el peligro. Para él, la teoría es una cosa, “pero la realidad es más dura.” Todavía La Razón no ha necesitado evitar ningún hecho informativo bajo la nueva política. José Pomacusi, Jefe Nacional de Prensa por Unitel, la red televisiva que lidera en los rating, pone la libertad de prensa en el 6 a 7 por la falta de acceso pleno a las fuentes gubernamentales y por las agresiones a periodistas.

A pesar de los ataques del gobierno a su medio como herramienta de intereses empresariales, Pomacusi dice, “Confio en la inteligencia del público. No me preocupo de que al gobierno no le guste Unitel. La gente nos da un voto de confianza.” Él no prevé una situación parecida a la de Venezuela, donde el Presidente Hugo Chávez, el aliado estrecho del presidente Morales, canceló la licencia de un canal de televisión que él califica como un oponente. “Evo tiene mucho apoyo en los países europeos, y no podría quitar un medio sin animar el rencor de sus amigos europeos,” dijo Pomacusi. “Europa no va a apoyarlo.”
Pero al mismo tiempo el presidente de la república está armando su propia red mediática mediante fondos provistos por el gobierno de Chávez. Casi cada mes el Gobierno anuncia otra nueva emisora radial que forma parte de la Red Patria Nueva, descrita por el gobierno como un medio comunitario para informar y educar a la gente que antes no tenía acceso a medios. Pero hay preocupación que esta red va a convertirse en una herramienta propagandística del Gobierno. Otra señal de las intenciones del Gobierno es el nuevo logotipo de Canal 7, la red televisiva estatal, que sugiere los colores y diseño de la whipala, símbolo de la cultura indígena.

Condición débil financiera de los medios
Desde el punto de vista político, la prensa siempre tiene mucho poder en su capacidad de influenciar al público; es decir a los votantes. Al mismo tiempo, en términos financieros, los medios de comunicación bolivianos parecen muy débiles y muy vulnerables a presión de intereses políticos y empresariales. Ejecutivos mediáticos se quejan de la cantidad de medios que están compitiendo por poco dinero. La fuente de ingresos más importante para los medios es la publicidad. Sin embargo, la torta publicitaria, que es el monto gastado por publicidad por empresas privadas, es pequeñísima.

De acuerdo con un estudio de Equipos Mori, las 194 empresas que más gastan por publicidad en Bolivia pagaron unos $70 millones por el servicio en 2006. Esta cifra misma es inflada porque incluye algún canje en vez de efectivo tangible.
Por comparación, el periódico principal en mi ciudad en Estados Unidos, The Baltimore Sun, tiene ingresos de cuatro veces más que el total de publicidad en Bolivia. Y es un periódico que no está entre los más grandes.
En Bolivia, ese monto de $70 millones se divide entre 20 periódicos diarios; 55 revistas semanarios y publicaciones; seis redes de televisión nacional (160 estaciones de televisión); y 940 radios, de acuerdo con cifras provistas por el Observatorio de los Medios.
Son muy pocos los medios que ganan dinero, dicen ejecutivos mediáticos. Se dice que muchos dueños de medios los usan para proteger o avanzar sus otros intereses empresariales o políticos.

Entre los periódicos grandes, se dice que sólo El Deber y La Razón son rentables, y Unitel entre las emisoras de televisión. Supuestamente el resto apenas logran el equilibrio o pierden dinero. Sin embargo, no están disponibles cifras exactas. Esta situación significa que muchos medios tienen debilidades en términos del número de periodistas contratados, del nivel de preparación de esos periodistas (por los salarios bajos y largos días laborales, muchos periodistas jóvenes abandonan la profesión por carreras más rentables), y de la tecnología disponible en las salas de redacción. Lo que causa otra inquietud es el pequeño número de anunciantes para cada medio.

Cuando un anunciante representa un porcentaje importante de todos los ingresos de un medio, el dueño va a prestar atención a las opiniones de eso cliente. Esta situación es más preocupante cuando se toma en cuenta que el gobierno mismo es un anunciante importante en muchos medios. El gobierno dice que gastó $700.000 por publicidad en los ocho primeros meses de su gestión en 2006, y hay estimaciones que la cifra es mucho más alta. Hasta Unitel, la red televisiva satanizada por el Presidente y su partido, el Movimiento al Socialismo, recibe anuncios del gobierno, aunque Pomacusi dice que eso no constituye un monto significativo para la emisora. No hay casos concretos sobre si otros medios pudieran recibir alguna presión a través del retiro de publicidad por un gobierno que se sienta molestado por la cobertura.

A pesar de todo, buen periodismo
Lo sorprendente es la cantidad de buen periodismo que se puede ver a pesar de estos obstáculos. Realmente, a los ojos de este extranjero, la prensa boliviana, especialmente la prensa impresa, luce capaz y emprendedora. Se puede ver que la prensa ha seguido dando cobertura amplia de muchos temas de interés para el público. Impresionante ha sido la cobertura de hechos de corrupción en la Migración y en la venta de avales para empleos en el Gobierno; de la reducción indebida de salarios de soldados por las autoridades de las Fuerzas Armadas; de los errores e inconsistencias en los contratos petroleros; y del desastre de las inundaciones causadas por El Niño, entre muchos otros temas.

Impresionante también son las fuertes opiniones expresadas en las páginas editoriales que siguen exigiendo altos estándares de ejecución del gobierno y sus funcionarios, y siguen exigiendo altos estándares de la ética y la conducta. Roberto Méndez, editor de la política por el diario El Nuevo Día en Santa Cruz, es un buen ejemplo. Estuvo en el medio del conflicto en Cochabamba en enero entre los movimientos sociales y la policía que estaba intentando proteger las oficinas de la prefectura.

Para evitar las piedras lanzadas por la turba, Méndez debió buscar refugio detrás de un pilar y finalmente fugar a un lugar más seguro. Dos personas murieron y otras decenas fueron heridas durante el conflicto, pero Méndez no se queja del peligro. “Es mi trabajo,” dice. “Es lo que escogí. Los lectores no se interesan en eso,” refiriéndose a los riesgos.

Por su experiencia de 21 años como periodista, ha aprendido cuidarse. Puede describir, por ejemplo, como evitar los efectos del gas lacrimógeno (uno se debe poner en el suelo porque el gas sube). Un periodista debe resguardar el cuerpo, dice, “porque hay una familia, una redacción y un público que depende de él.” A veces, cuidarse significa mantener cierta distancia de los hechos, pero para Méndez, lo que más le molesta de las relaciones actuales entre la prensa y el Gobierno es la falta de acceso a las fuentes y la información.
Sin embargo, este obstáculo no lo impide conseguir su cuota de primicias. Méndez es uno de muchos periodistas bolivianos que sirven bien al público en este momento clave en la historia de Bolivia. Ahora la gente desea que los sistemas y las instituciones desgastadas cambien, aunque no hay acuerdo sobre cómo deben cambiar, y el rol de la prensa en explicar los hechos y las alternativas es cada vez más importante. Parece que, a pesar de muchos desafíos y dificultades que encara la prensa boliviana, aún tiene la capacidad y la voluntad de informar bien a su público.
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James Breiner ha sido presidente y editor del semanario Baltimore Business Journal desde 1995. Anteriormente fue editor del Business First of Columbus (OH) por siete años, en donde ganó premios junto a su equipo por sus reportajes investigativos y su cobertura de temas de negocios.
Para mayor información visite (en inglés) http://www.knight-international.org/27breiner.htm

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