6.23.2010

Revalidación del periodismo

“En el principio existía el verbo y el verbo estaba con Dios y el verbo era Dios”. El evangelio de San Juan es esencialmente puntual y su esencia, además, evoca al profesional que trabaja con el verbo o la palabra en todas sus formas: oral, escrita, transmitida o proyectada. Socialmente es el oficio más riesgoso desde todos los tiempos y el moderno heredero de esa tradición histórica es el periodista, que está por doquier donde la vida desarrolla el quehacer de las comunidades organizadas y el devenir cronológico del mundo.

Desde tal altura genealógica, sus practicantes tienen bien ganado el derecho a una investidura ética casi con la dignidad sacerdotal. Y fue el decreto del 20 de febrero de 1990, durante el Gobierno de Jaime Paz Zamora, que estableció la fecha del 10 de mayo para conmemorar el Día del Periodista, que el mes pasado se celebró demandando del Gobierno actual una ley vital, la de la libre expresión, sin restricciones, que es un derecho fundamental que da salud a una democracia, ya que “tal libertad es sinónimo de democracia”. La ‘desmitologización’ de las noticias arcaicas fue un proceso largo, y los cambios sociales y económicos profundos en Grecia determinaron, a la vez, vitales giros ideológicos en el mundo y la conciencia de la razón individual. La importancia mayestática de este tema se aprecia en tres ejemplos antiguos.

Desde el siglo VIII a. C. los rapsodas griegos como los bardos celtas pregonaron las noticias sobre la guerra de Troya, cantando los versos homéricos de pueblo en pueblo; fue esa tradición oral de ayer que tanto enseñó al mundo de hoy. En el siglo XII Marco Polo, desde Venecia, por el camino de la seda, llegó a Pekín luego de tres años de marcha y a su retorno a Europa llevó las ‘noticias’, especiería y cultura asiática. Américo Vespucci viajó en 1499 y desde la tierra descubierta envió cartas a Francisco de Médicis llamadas Mundus Novus, sacando de la penumbra de los siglos un nuevo continente: ¡América! Finalmente, en 1468, desde Alemania, Gutenberg inventó la imprenta y los libros potenciaron a la prensa.La frondosa historia del periodismo boliviano se inició desde la Colonia con la obra Manifiesto de agravios, de Juan Vélez de Córdova, en 1739, que pretendía reponer el trono incaico; circuló secretamente en Oruro.

Y entre los primeros adalides del periodismo nacional está don Manuel Aniceto Padilla, también Vicente Pasos Kanki, de origen aimara, nacido en Larecaja (La Paz), de elegante y revolucionaria prosa que sus hábitos no encubrieron su anhelo libertario. El periódico El Chuquisaqueño, editado en Sucre, según Gabriel René Moreno, fue la “primera hoja impresa en Bolivia” y no se sabe si fue Casimiro Olañeta su autor. Desde entonces el periodismo y los periodistas han escrito una de las páginas más brillantes de la historia y el heroísmo de esta noble nación.

Por: Hans Dellien S.

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