El respeto en una
competencia se gana con un presente de resultados, máximo esfuerzo, humildad
y compromiso, no con el pasado ni con nombres famosos. Un presente de
trabajo, de trascendencia al creer en lo nuestro y dejar de lado todo estorbo
mental. El atrevimiento consiste en ser mejores que nosotros mismos, en
situar la mente en una imagen de éxito, sin admitir la más mínima duda de la
capacidad para convertir el sueño en realidad. Para algunos esto es poesía,
pero para quienes lo logran significa lágrimas de éxtasis al cosechar el
fruto de esfuerzos supremos. Quienes lo hemos vivido alguna vez, sabemos que
se siente, es indescriptible.
En uno de los países
rivales en el Mundial de Brasil se tildó a Costa Rica de "Costa
Pobre". ¡Gracias! Sí. Gracias porque cuando te tocan lo más profundo de
tu ser te enardecen aún más y la garra se duplica. Pobre es quien vive de la
renta de una imagen que no es capaz de validar con su trabajo, quien deja de
vencerse a sí mismo por creerse superior. Las últimas líneas de nuestro Himno
Nacional dicen "¡Vivan siempre el trabajo y la paz!" Los
seleccionados tomaron un anhelo como eje de su labor: trascender.
Y saben que lo logran sudando en cada entrenamiento, jugando para el equipo y
siendo disciplinados en cada movimiento para que el mismo esté alineado con
la estrategia del cuerpo técnico; tal como sucede en todas las empresas
ganadoras.
Costa Rica, de la mano
de su técnico ha dado una lección: "pequeño es quien piensa o trabaja en
pequeño, así de simple." Tres excampeones mundiales contra una ilusión,
y se impuso la convicción de pensar y actuar en grande. "El grupo de la
muerte", se denominaba, pues Italia, Uruguay e Inglaterra eran los
llamados a competir entre ellos frente a un "comodín" que les
derrotó. ¿Sorpresa? No, ¡cosecha! Dos excampeones quedaron fuera del Mundial
2014, consecuencia de la osadía de una familia de muchachos que renunció a
ser víctima y decidió ser el gran protagonista. ¿Sorpresa? No, ¡trabajo!
El poder de la
confianza, el premio a la estricta meticulosidad y el apego a una estrategia
bien ensayada, son orígenes de la euforia y el éxtasis al ganar. Pero el
líder sentencia: "¡Queremos más"! Pinto conoce en detalle a sus
jugadores, por eso eleva la barra de nuevo e inspira a ir hacia otra meta jamás
lograda y que une aún más al equipo; ellos responden "¿y por qué
no?" Celso Borges declaró: "¡Queremos ser inmortales!" Así,
será difícil vencer a quien se la cree.
El entrenamiento debe
ser tan fuerte que la guerra sea el descanso, dijo Winston Churchill a sus
tropas. El inagotable entrenador de Costa Rica es un científico del fútbol y
le apasiona ofrecer charlas sobre cultura de la ejecución. Se somete a sí
mismo a largas jornadas de estudio de los rivales, luego diseña el camino
para ganarles. Quienes hemos trabajado con él en un equipo, somos testigos de
su exigencia para alcanzar el alto desempeño, de sus intensos horarios
y de su buen humor al degustar varias tazas de café en el momento oportuno.
El técnico Jorge Luis Pinto Afanador, es un afanado trabajador y la cosecha
le llegó en Brasil. No he cooperado con otro técnico más meticuloso, obsesivo
con la excelencia, "terco" con los detalles, ávido ganador, crítico
insaciable de sí mismo y maestro de cada jugador para enseñarle llegar a la
cima.
Los seleccionados
responden al reto como una familia, mucho más que como un equipo. Creen en su
técnico, en sí mismos y en sus compañeros. Todos son uno. Han escrito una
historia con tinta de sudor, y su país les agradece el ejemplo que debe ser
seguido por toda persona que quiera trascender, para enriquecer en valores a
su nación y empresa, ¡pura vida, qué quede claro!
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