4.16.2015

Murió el reconocido periodista Juan León

Falleció a los 72 años de edad aquejado de cáncer de páncreas. Recientemente fue reconocido como “Periodista Destacado, Defensor de la Democracia y de la Libertad de Expresión” por la Asociación de Periodistas de La Paz.

Murió Juan León: el 2 de abril escribió un
El 2 de abril Juan León escribió un "hasta pronto" en su última columna

La Paz, 16 de abril (ANF).- Falleció Juan León Cornejo, periodista con una amplia trayectoria dentro y fuera del país y reconocido por ser un defensor a ultranza de la democracia y la libertad de expresión. Su vida se apagó este jueves 16 de abril a las 10.30 de la mañana tras perder la batalla contra el cáncer de páncreas.  

El periodista Humberto Vacaflor, cuñado y amigo suyo, confirmó la muerte a radio Fides y anunció que sus restos están siendo trasladados al cementerio jardín de La Paz para ser velados y enterrados. 

Precisamente la enfermedad no le permitió recoger el galardón que la Asociación de Periodistas de La Paz le otorgó el pasado mes de marzo. El Directorio de esta institución lo declaró “Periodista Destacado, Defensor de la Democracia y de la Libertad de Expresión”. Su hija Romina recibió el premio en su nombre.

Juan León ejerció su profesión con dignidad hasta sus últimos días. Desde el 2012 estaba al frente de la dirección ejecutiva de la Asociación Nacional de la Prensa (ANP) y escribía regularmente una columna de opinión para el diario Página Siete.

En su última entrada registrada el 2 de abril, el periodista realizó un análisis de las elecciones subnacionales y lo cerró con la siguiente despedida: “Esta columna marca hoy una tregua, espero sea temporaria. Permítanme agradecerles, amigos lectores, su paciencia. Igual que a los medios que la cobijaron durante tanto tiempo. Hasta pronto”. 

Dilatada carrera periodística

El amplio bagaje y el aporte que selló en la comunicación boliviana lo avala su trayectoria al frente de muy diversos medios de comunicación nacionales y extranjeros. 

Su incursión en el mundo periodístico fue con tan sólo 18 años como corrector de pruebas en el semanario Presencia, que más tarde se convertiría en diario y en el que trabajó como redactor y jefe de informaciones. Este último cargo lo ejerció en 1970 después de volver de Italia donde recibió una beca para estudiar periodismo. 

Siempre mantuvo firmes sus convicciones democráticas y de libertad de expresión, las mismas que le llevaron al exilio en Uruguay durante la dictadura de Hugo Banzer. Allí trabajó en los organismos de integración latinoamericana ALALC y Aladi. Cuando se restableció la democracia en Bolivia, volvió para trabajar durante diez años en la agencia AP. 

Buenos Aires fue su siguiente destino, donde le designaron jefe de redacción de la agencia ANSA para América Latina, cargo que ejerció durante siete años. A su retorno se desempeñó como gerente de comunicación de la empresa ENTEL antes de que ésta fuera nacionalizada. Posteriormente volvió a la agencia ANSA como corresponsal en Bolivia.

En una carta escrita por él y que leyó su hija Romina en el acto de entrega del reconocimiento en la Asociación de Periodistas de La Paz, señaló que la profesión periodística “representa al oficio más digno, a la función más valiente, que agrupa a hombres y mujeres resueltos a entregar su vida por llevar la verdad desde las teclas de una máquina de escribir, un micrófono o una pantalla de televisión a los ojos y oídos del público”. 

Recordando sus lecciones

Raúl Peñaranda, quien trabajó desde muy joven con León, escribió en el diario "Página Siete" lo siguiente acerca del fallecido:

El martes asistí al acto en el que la Asociación de Periodistas de La Paz declaró "Periodista destacado, defensor de la democracia y de la libertad de expresión” al colega Juan León Cornejo. Él estuvo ausente por motivos de salud, pero la ocasión fue propicia para que varios de sus colegas recordáramos la valía, humana y periodística, del homenajeado, que su hija Romina se comprometió a transmitirle.

Por una rara coincidencia, estuve pensando mucho en Juan estos días en que empecé un nuevo trabajo como editor general de ANF, una agencia de noticias. Las oficinas están en el edificio Ayacucho, un piso más abajo que las de otra agencia, AP, en la que en 1989 fui admitido precisamente por Juan. Primero para hacer una pasantía y luego como redactor. Juan fue mi primer jefe.

Pero no sólo fue un jefe, sino también un maestro. Por alguna razón me agarró cariño y dedicó muchas horas a enseñarme el oficio.

Me pedía que escribiera notas sobre los asuntos noticiosos del día y después se ponía a la máquina (y también al télex, en realidad). Luego, los dos, solos en la oficina, empezaba a editar mis textos en voz alta. Yo sentado a su lado.

"No, esto no se hace así, se hace asá, Raulito”; "no, esto no se escribe de esta manera, se escribe de esta otra, Raulito”; "no, esto no se cita de esta forma, se cita de esta otra, Raulito”. Así por meses. Su paciencia, persistencia y generosidad conmigo fueron infinitas. Y después de redactar notas me alentó a que hiciera también análisis periodísticos y luego crónicas. En realidad, ya salido de la universidad, obtuve de él una maestría en géneros periodísticos.

Años después yo pensaba cuánto hubieran costado unas clases personalizadas como las que él me dio, todos los días, por un período largo. Uno de los mejores periodistas de Bolivia dedicado a enseñarme el oficio en exclusiva, sólo porque él era una buena persona y quería pasar sus conocimientos. Yo me sentía como el albañil novato que aprende de su maestro la mejor forma de tomar la espátula y esparcir el estuco. Tengo los mejores recuerdos de ese tiempo.

La otra coincidencia es que Juan tenía entonces 48 años, los mismos que tengo yo en este momento. Me toca a mí ahora, también en una agencia de noticias, también en el edificio Ayacucho, también respecto a géneros noticiosos, enseñarles a otros aprendices a tomar la imaginaria espátula y empezar de nuevo el ciclo.
Aspiro a hacerlo con la misma sabiduría que él y su paciencia. Dentro de años, los actuales bisoños redactores y redactoras de ANF seguramente enseñarán algunos de esos trucos a otros periodistas del futuro que estén empezando el oficio en ese momento.

Pero hubo más. También aprendí de Juan que el periodista debe mantener distancia, desconfiar del poder, tener la cabeza fría, no dejarse obnubilar por los  pajpacus  de cada época, asumir una mirada crítica, estar atento a los probables conflictos de intereses y, sí, cuando se debe, difundir sin complejos las cosas positivas. Y también saber admitir los errores.

Al declararlo "Periodista destacado, defensor de la democracia y de la libertad de expresión”, la APLP recordó que Juan ha consagrado su carrera, de más de 50 años, a luchar por la libertad de expresión, por la dignidad del periodismo, por la autonomía que debe tener la prensa respecto de los gobiernos de turno y por su lucha contra las dictaduras (en 1971 fue exiliado a Uruguay).

También se recordó que Juan, todavía adolescente, fue corrector de pruebas de Presencia, cuando éste era un semanario, y luego redactor cuando fue convertido en diario.

 Después del exilio y su paso por AP, fue jefe de redacción de la agencia ANSA para América Latina (en Buenos Aires) y, desde 2012, se desempeña como director ejecutivo de la ANP, un puesto desde el que defiende a los periodistas y los medios de las presiones que ejerce el Gobierno. Larga y fructífera carrera.
Mientras tanto, gracias y hasta pronto, maestro.

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