6.03.2011

Jill Abramson, la primera directora de The New York Times



La directora Abramson y nosotras
Por: Ana Alfageme
En su despacho cuelga la vieja fotografía de una de las primeras reporteras de The New York Times rodeada de hombres. Lleva tatuada en el hombro una ficha del metro de Nueva York. Contó en un blog el primer año de vida de su perro. Escucha a Arcade Fire. ¿Quién es Jill Abramson, la primera directora de The New York Times? Y sobre todo, ¿qué supone su nombramiento?
57 años, neoyorkina del Upper West Side. Alterna la apretada rutina en la Redacción del Times con la enseñanza de narrativa periodística. Como número dos del director saliente, Bill Keller, y profesora en Yale, circula con una privilegiada memoria fotográfica entre las palabras de Gay Talese y las revueltas árabes o los presupuestos de Obama. Una jefa exigente y con estilo de mando a veces abrasivo que tampoco se arredra ante el poder.
Lo demostró enfrentándose al anterior director, el autoritario
Howell Raines, quien dimitió a raíz del escándalo de Jayson Blair, aquel olvidable reportero que plagiaba e inventaba entrevistas. En la época más convulsa de la Dama Gris, ella Impulsó con otros colegas la reforma de la Redacción para que fuese más amigable con los periodistas y promovió la figura de un ombudsman. "Tiene agallas. Cuando haga alguna estupidez, me lo dirá. Y también sé que no dirá a nadie que he hecho una estupidez", dijo Keller cuando la eligió subdirectora hace ocho años, puesto en el que también fue pionera. Vio en la tozudez, resistencia y paciencia inherentes a su naturaleza de reportera de investigación una buena jefa. Y algo más: "El periodista de investigación que hay en tí te alerta de las agendas ocultas. Yo tiendo a ver lo bueno en la gente", contaba Keller. "Jill es más cautelosa y suspicaz. Es la persona perfecta para estar a mi lado".
Después de pasar por Harvard, a los 31 años llegó a directora de
The Legal Times, un medio especializado de Washington. Con las suelas ya gastadas de recorrer los despachos de los grupos de presión y husmear entre los papeles de las agencias estatales para The Wall Street Journal, abordó a una columnista del Times y se recomendó a si misma. Consiguió el empleo y con él, acercarse a la devoción por el diario que toda su familia compartía. Y hasta hoy.
No guarda ningún Pulitzer en casa ni ha sido corresponsal, hechos hasta ahora imprescindibles para gobernar el diario, aunque lo compensa con haber dirigido coberturas de todo tipo, (entre ellas brillantes proyectos de investigación) además de tutelar la oficina de Washington. Pero tampoco en sus 160 años de historia la Dama Gris había hecho honor a su nombre colocando al frente a una mujer. Ni a alguien que
se ha sumergido durante meses en el desarrollo digital para impulsar la integración de la redacción y el controvertido muro de pago. Una habilidad crucial para un futuro sobre el que ya se ha pronunciado. El mundo web tiene otras colegas en lo más alto. Se ha unido a la liga.

Nuevos tiempos. Fotografía compartida en Instagram por un periodista de The New York Times con el director saliente Bill Keller, a la derecha, Jill Abramson y Dean Baquet, el nuevo número dos.
The New York Times, probablemente el mejor diario del mundo, es un espejo en el que nos miramos los periodistas,
como decía ayer Berna G. Harbour. Que esa referencia profesional cuente con una directora posee un gran valor simbólico. Para nuestro futuro y el de las reporteras que nos sucederán. Aunque sea excepcional, como recuerda alguna colega estadounidense: en 12 años, apenas ha mejorado el panorama femenino en las jefaturas. En Estados Unidos sólo uno de cada cuatro directores o subdirectores son mujeres. La situación es peor en España, donde la proporción se rebaja a una de cada cinco o menos, según el Estado de las Mujeres en Medios de Comunicación (2011).
Jill Abramson lo tiene en cuenta y lo ha colocado en su agenda. Ayer, en sus palabras a la Redacción. agradeció el apoyo recibido por
"sus hermanas" (una docena de periodistas). En una crítica de una antología de mujeres reporteras, señalaba: "Nuestra presencia falta en las cabeceras de los periódicos, las páginas de opinión y las primeras páginas de los mejores medios". Ella misma recuerda una reunión en la sede del diario. "Eran diez, todos hombres. Al entrar, a modo de broma, les dije, 'chicos, creo que necesitáis unas cuantas mujeres aquí".
El dia a dia de las pocas jefas que han alcanzado la cima de las redacciones es tan irreal como la imagen que describe Adamson: mesas exclusivamente pobladas de barbas y corbatas. El mundo, afuera, ya es otra cosa. Hace falta reflejarlo. Ahora se hurta la mirada de la mitad de la población. También se pierden las habilidades específicas que puedan aportar las directivas en un equipo de trabajo.
La llegada de Abramson es una gran noticia. Punto de inflexión, y, esperemos, catalizador. Creo que se necesita alcanzar una masa crítica de mujeres para que la diversidad se dispare. Si alguien puede cambiar algo, ella tiene algunas cualidades. Sobrevivió
a un atropello de camión. Es la imagen que usan algunos para simbolizar su fortaleza. La única crítica que he encontrado es su condición de lider severa. Muchos testimonios, sí, de su ética, valentía, compañerismo, sentido del humor y capacidad. Además de, bueno, elogiosas alusiones a la dureza y tamaño de los genitales que poseería de ser varón. Es lo que hay.P. D.¿Habrá que ver reportajes como este del Times sobre los (exclusivamente hombres) jóvenes cronistas políticos en Washington? ¿O se parecerán a este otro (una parodia de aquel)?

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