4.23.2012

La hora de los no políticos

Jorge Fernandez Diaz/ La Nación

Escrito en diciembre de 2007,  para analizar la política argentina, pero es un excelente análisis que se aplica a lo que pasa en nuestro país.
Un gerente piensa que el arte y la política pueden gerenciarse. Así como un editor piensa que hasta cierto punto la vida puede editarse como un diario o un noticiero de televisión. Un viejo editor me dijo alguna vez: “El matrimonio es una larga crisis que se administra. Por más que estemos en el peor momento, un beso antes de dormirse, un beso al despertar y un ramo de flores los domingos. Si usted sabe editar la realidad, puede también editar su matrimonio”. Se refería a la posibilidad de manejar los tiempos y las cosas, desechando lo inconveniente y resaltando lo necesario.
Ojalá fuera cierto, pero la verdad es que nadie puede editar la vida, y que es infinitamente difícil gerenciar una pasión. Se la puede administrar, no voy a negarlo. Se pueden hacer negocios editoriales y pictóricos, pero esas operaciones del mercado nada tienen que ver con gerenciar el arte, que está hecho de la materia de los sueños y que es, por lo tanto, ingobernable.
No digo que la política sea asimilable a la literatura o a la pintura, pero les aseguro que también es un arte mayor y que su praxis necesita una vocación tan profunda y absorbente como la que se autoimpone cualquier artista verdadero.

En veinticinco años de periodismo no he conocido a un solo dirigente de primer nivel que no fuera un animal político. Un hombre sin tiempos libres, un enfermo de la materia que domina. Como esos cracks futbolísticos que al evocar su infancia solamente se recuerdan jugando a la pelota, día y noche, con una de cuero, con un bollo de papel o con una chapita, obsesionados gozosamente por desarrollar su vocación profunda. O como esos adolescentes que, abstraídos, se olvidaban de comer, de estudiar y hasta de dormir tocando como posesos la guitarra o el piano, o dibujando o escribiendo en cuadernos o en reveses de facturas contables. Las vocaciones volcánicas borran al hombre del mundo, ponen en suspenso a sus familias y a las necesidades mundanas, y, como todo acto de amor torrencial, son un acto de obsesión. Nadie llega a la primera fila de las butacas sin ese fuego sagrado.
Comparar la política real con la política corporativa de las empresas es, por lo tanto, un malentendido amargo. La política, por más gurúes y politicólogos que valgan, resiste las reglas del management ortodoxo y de la ciencia pura. En el mundo de los negocios, uno más uno es dos. En política, como todo el mundo sabe, no necesariamente dos más dos son cuatro.
Toda esta introducción viene a cuento de un hecho indiscutible: la actual oposición tiene entre sus filas a muchos hombres de empresa. Muchachos por lo general bienintencionados que se han pasado, no hace mucho, a la política creyendo que ésta sólo necesita buenos gestores.

Los no políticos son hombres de ideología pasteurizada, que igualmente merodean las posiciones de “centro” y el libre mercado, y que han comenzado a meterse en el barro de la historia.
A unos, los resultados electorales de octubre los dejaron nocaut. A otros, los pusieron muy nerviosos: deben realizar ahora lo que prometieron en la campaña. Sólo a Elisa Carrió, para la cual hubiera sido una tragedia ganar y tener que hacerse cargo del barco, abandonando los cómodos camarotes de la indignación, este período de cristinismo se le presenta plácido y apetitoso. Los demás, incluso los nuevos referentes de ARI, tienen en la boca el regusto agrio de la decepción y del miedo. No lo dirán nunca en público, pero así están los opositores políticos en la Argentina de hoy.
Se sienten, en el fondo de sus corazones, injustamente derrotados por “políticos mediocres” y “burócratas clientelísticos”. Ellos, los príncipes de la nueva política, eficientes y limpios, pasaron por la universidad y conocen el mundo: son muy viajados. “¿Cómo puede ser que nos derroten estos políticos de cabotaje, estos impresentables de siempre?”, se preguntan.

Algunos de estos gerentes de la nueva política duermen con la valija cerrada al lado de la cama. Están siempre listos para volver al sector privado rumiando una queja: “Soy demasiado bueno y honesto para la política”.
Olvidan que los verdaderos militantes políticos no tienen dónde volver, porque pertenecen, en cuerpo y alma, a la lucha política. Porque no podrían hacer otra cosa, porque nacieron para eso, porque quemaron las naves. Un gerente es demasiado cerebral y tiene demasiado “sentido común” para quemarlas.
Un militante se mide no por cómo reacciona ante una victoria, sino por cómo se recupera de las derrotas. ¿Se recuperarán estos muchachos o tomarán la valija y volverán, sanos y salvos, a casita?

Necesitan un examen profundo para entender lo que les ocurre. Son amateurs jugando a ser profesionales. No dominan del todo la materia y, en el fondo, la desprecian un poco. Toda la nueva oposición está llena de estos personajes tiernitos y bienintencionados: aves de paso queriendo comerse crudas a las fieras.
No se le puede enseñar política a un negado, así como no se le puede enseñar música a quien no tiene oído. Entender la política, entenderla de verdad, es un don: se tiene o no se tiene. Es un saber que no se adquiere en los libros ni en los claustros. Se adquiere en la calle y con las entrañas.
Pero el ser humano desarrolla las habilidades que necesita, de manera que no todo está perdido. La nueva oposición está llena de sordos y zoquetes. Hay muy pocos afinados y casi ningún oído absoluto. Pero tiempo al tiempo.

Luego, por supuesto, está todo ese asunto de los personalismos. En la Argentina, todo gira en torno de tres o cuatro dirigentes que lucen bien en los programas del cable, que suelen ser bastante autoritarios dentro de sus propios partidos y que no saben adónde van. Quiero decir, parecen poseer grandes convicciones y son buenos “tribuneros” (no deberían quejarse tanto del atril, porque ellos lo llevan incorporado), pero carecen de paciencia y flexibilidad para armar partidos políticos consistentes, con alas izquierdas y derechas, con democracia interna y participación.
Descaradamente personalistas, un día tienen tres millones de votos y otro día no tienen nada. Poseen una extraña alergia, que les contagiaron los encuestadores y la “opinión pública” más ramplona de los contestadores automáticos de las radios, que consiste en creer que toda alianza es la Alianza, o sea, un rejunte invertebrado e incoherente que fracasa gobernando. Y también que todo pacto político es el Pacto de Olivos, es decir, un contubernio para repartir favores.

Pero hagamos nombres propios: si Carrió y Ricardo López Murphy hubieran entendido de verdad la política, habrían recreado el espacio histórico electoral de la Unión Cívica Radical. Pero como no la entienden, terminaron en esta nada insípida, inodora e incolora, oposición para la gilada televisiva, que no puede juntar porotos y que no logrará ponerle freno a la hegemonía.
La Alianza era una bolsa de voluntades dispersas y el Pacto de Olivos era un contubernio, pero el peronismo es una bolsa del mismo estilo, aunque verticalista cuando se juega en serio, y el Pacto de la Moncloa era, al fin y al cabo, un acuerdo político, aunque con buena prensa.

Algo tiene para enseñarle el oficialismo a la oposición. Para empezar, su voluntad de poder. El peronismo no tiene un puñadito de dirigentes destacados: tiene cien candidatos potables en las gateras, con ganas de comerse la cancha. No es dogmático y principista: acoge en su seno a hombres ubicados en las antípodas ideológicas, aunque dispuestos, por las buenas o por las malas, a aguardar su turno y a trabajar coordinadamente cuando la tormenta arrecia y cuando el que manda tiene claro el horizonte y buena sintonía con la mayoría electoral. Casi nadie, por cuestiones del pasado, queda fuera del colectivo, y nadie se rasga las vestiduras por hacerse amigo de un enemigo de antes, o por codearse con un dirigente que piensa el país desde la otra orilla.
El radicalismo posmoderno tuvo estómago delicado, y así lo pagó. No pudo tolerar las diferencias internas y expulsó de sus filas a los opuestos, que a su vez se transformaron en estómagos delicados incapaces de digerir las mínimas discrepancias. Y así hasta el infinito. Es decir, hasta la atomización y la anécdota. Como la izquierda argentina, una diáspora interminable y minoritaria con dirigentes inflexibles que se pelean por palabras vacías.
Sin dominar la materia, sin vocación ni visión política, sin sentido común, sin pragmatismo y sin humildad, sin capacidad para acordar lo mínimo ni para construir una idea, la oposición se juega en una comuna, es decir, en una baldosa.

Hasta Néstor Kirchner está decepcionado de la oposición. Admite, a regañadientes, que ninguna democracia exitosa económica e institucionalmente prospera con partido único y sin alternancias ni bipartidismo. Sabe que, si no evoluciona por afuera, una oposición de centroderecha surgirá tarde o temprano del propio peronismo y que sobrevendrán como siempre la crueldad, el destripamiento, la lucha sin cuartel y la amnistía y, al final, la cohesión. La guerra peronista hace temblar a los peronistas que detentan el poder, porque saben que del otro lado no hay muchachos testimoniales con la valija armada al lado de la cama, sino políticos con hambre que quieren cambiar la historia. Sólo se cambia la historia con ese apetito insaciable, con esa pasión que un frío gerente no puede gerenciar. Tal vez ni siquiera pueda comprender.
La nueva política no puede madurar en manos de los no políticos.


 


4.17.2012

Sara Ganim, gana el Pulitzer a los 24 años



Con 24 años Sara Ganim ha logrado lo que miles de periodistas no han conseguido en décadas de trayectoria: ganar un premio Pulitzer. La joven periodista fue galardonada por su trabajo sobre el escándalo sexual de la Universidad de Penn State.
Ganim tenía apenas 22 años cuando empezó a indagar en una historia que impactó a la opinión pública estadounidense. Fue ella la que destapó que el gran jurado investigaba a
Jerry Sandusky, asistente del entrenador Joe Paterno, por acusaciones de abuso sexual, recuerda Mallary Jean Tenore de Poynter.
La chica ha sido una apasionada del periodismo desde que era adolescente.
En su sitio web se lee que desde los 15 años fue reportera para una publicación en su instituto. Actualmente trabaja como periodista de sucesos en The Patriot-News, después de haber pasado por la redacción de Associated Press.
Es la segunda persona más joven en ganar un Pulitzer.
Jackie Crosby lo consiguió a los 23 años en 1985.
Hace unos días,
en una entrevista publicada por WOUB, confesó que despierta a las 3.00 o 4.00 horas. Desde ese momento empieza a bregar. “Trabajo unas 60 horas a la semana excavando e investigando, conversando con las fuentes, y quitando capas hasta encontrar historias increíbles”, se lee en su biografía.
Ganim utiliza recursos multimedia y se apoya en las redes sociales para realizar su trabajo, “porque el reporterismo en los diarios ya no se trata solo de tinta y papel”.

4.12.2012

Jorge Lanata cuenta cómo será Periodismo para Todos

Antes de su debut (domingo a las 23 por El Trece), el periodista se prestó a una charla íntima. Y no dejó tema por tocar. Jorge Lanata habló de su vuelta a la TV con Periodismo para Todos.


Por lo general es Jorge Lanata quien indaga en las entrevistas, pero antes de que debute con Periodismo para Todos, el domingo 15 de abril por El Trece, fue él quien se prestó a una charla íntima con Ciudad.com. El prestigioso (y polémico) periodista no sólo detalló cómo será su regreso a la televisión abierta luego de 8 años, sino que además habló de su salud, su vida familiar, su relación con la tecnología y mucho más.-¿Cómo te preparás para el debut del domingo?-Estamos por lo menos hace tres meses laburando para esto. Con mucho material propio. Un poco con la inquietud de volver a la televisión abierta, yo desde 2003 que no estoy en la abierta. Lo que significa también otros códigos, otra manera de laburar. Y después, trabajando de una manera que tengo que reconocer que nunca me pasó: está como todo el canal muy enganchado con el programa, todos laburando juntos y bien. Para mí como experiencia fue nueva, porque en América no me pasaba eso. Estoy hablando todo el día con Carlos de Elía (gerente de Noticias de El Trece), Adrián Suar (director de Programación del canal), con Rapa (Ricardo Ravanelli, productor general de Telenoche Investiga). Estamos armando promociones juntos, discutiendo sumarios. Y eso está bueno, porque siento que les importa lo que vamos a hacer.-¿Cómo va a ser el programa?-Yo no soy distinto del público, si yo me entretengo haciéndolo, la gente se va a entretener. Toda la vida laburé con el sentido del humor, la idea es comunicar de una forma más creativa. El programa está estructurado primero con un monólogo editorial, con el agregado de que está presentado más como un stand up. Hay tres libretistas (Marcelo Birmajer, Miguel Gruskoin y Esteban Daranno) que están ayudándome con los remates. Pero es en serio, con algunos chistes. También hay como dos o tres sketchs de presentación de los temas, que son cosas de un minuto y medio. Va a haber una máquina de diálisis, donde me dializo, porque me intoxica la realidad, y es como la excusa para pasar archivo.-¿Quiénes te van a acompañar al aire?-En la sección de la máquina de diálisis va a estar Fátima Florez, que hace de enfermera, y Alexandra (Larsson), la sueca que estaba con Nicolás Repetto. Está buenísimo porque no se le entiende un pomo cuando habla (risas). Además va a estar Martín Bilyk haciendo cameos con máscaras, imitando políticos. Lógico que va a haber información dura, investigaciones propias, entrevistas, viajes. Al final vamos a cerrar con un reportaje artístico y la idea es que el invitado termine exponiendo su arte. Es decir, que baile, cante, actúe, etcétera. Está armado para que termine 0.15 horas, pero quizá se extienda unos minutos más.-¿Algún adelanto sobre el debut?-Mucho no puedo revelar. Hay dos investigaciones fuertes, tenemos mucho material propio. Vamos a tener un plasma touch para los informes. La idea es generar información propia, no ir detrás de los otros medios.-¿Qué equipo periodístico te acompaña?-Son muchos. Luciana Geuna, Nicolás Wiñazki, Ismael Bermúdez. Después vamos a ir rotando con mucha gente que está laburando en informes tipo monográficos. La producción ejecutiva es de Tamara Florín y Ricardo Ravanelli, que es quien está a cargo de Telenoche Investiga. La gente del Investiga se integró a nuestro equipo.-Por el formato, tu competencia sería La Cornisa; 6, 7, 8; u Hora Clave. ¿Pero cómo tomaste que Telefé prepare un programa especial con Susana Giménez y Mirtha Legrand?-Primero aclaro que 6, 7, 8 no es periodístico, sino propaganda. Los otros son programas conceptualmente más viejos. Pero que Telefe salga con ese especial me genera preocupación, pero también orgullo. Se ve que para los tipos somos peligrosos, si pusieron toda esa carne al asador es por algo. Vamos a dar la pelea. Lo lógico es que si Telefe junta a Susana, Mirtha y Dulce Amor, es que nos ganen. Pero no lo sé, quizá ganemos nosotros. De todas maneras lo que quiero hacer es un buen programa.-¿Qué sería un rating aceptable para Periodismo para Todos?-No tengo idea. Yo creo que si nos mantenemos arriba de los dos dígitos está todo bien, no espero mucho más que 10 puntos. Me encantaría medir mucho, ojalá pudiéramos hacer 20 puntos o más, pero es muy difícil para un programa periodístico. Lo que más hice fue 16 en América, con la caída de Fernando de la Rúa. Lo que pasa es que América era como estar con una budinera en la terraza. O sea, no teníamos antena. Eso ahí era como hacer 30 en Telefe, porque no llegábamos a todos lados. Ahora Soñando por bailar está haciendo un promedio de 15, 18 puntos, yo espero no bajarlo mucho y mantenerlo.-¿Cómo tomás las críticas por haber aceptado la oferta para trabajar en El Trece?-Eso es un prejuicio del microclima, no de la gente. En la calle la gente me preguntan cuando vuelvo, no adónde vuelvo. Es una discusión de 10.000 tipos, no de dos millones de personas. Pero más allá de eso, yo competí con Clarín, me peleé con Clarín, en algunas cosas no estoy de acuerdo y en otras sí. Yo no haré un programa distinto a lo que hice siempre. Entonces, mientras tenga ganas de hacer el programa, a mí me da lo mismo hacerlo ahí o en otro lado. Lo que no haría sería trabajar para el Estado, porque sería muy difícil sobrevivir en un canal con comisarios políticos como Canal 7. Mientras me dejen laburar está todo bien, cuando la Madre Teresa tenga un canal, laburaré ahí. Pero los canales no son tan distintos unos de otros.-Contanos la trastienda del título del programa, Periodismo para Todos.-El nombre lo eligió Carlos de Elía. Formalmente tendría que decir que es casualidad que la sigla coincida con la productora de Diego Gvirtz, pero en el fondo no lo es, obviamente. Es un homenaje. Y si me preguntás, personalmente creo que es una inmoralidad que exista Fútbol para Todos en un país donde mucha gente no come todos los días. Gastar 1.000 millones de pesos para ver fútbol es una locura.-Firmaste contrato por 13 emisiones, ¿pero seguirías?-Esto es televisión. Si mide, seguiremos. Y sino, nos levantarán al segundo programa. Mientras me sienta cómodo, no habría motivos para terminarlo. En la radio estamos pisándoles los talones a Radio 10 y hace apenas dos meses que estamos al aire y seguimos creciendo. Si pasa eso, todo bien.-¿Cómo te estás sintiendo en Mitre y ahora en El Trece?-Muy bien, me sorprendieron para bien. Yo creo que tenía más prejuicios hacia ellos que ellos hacia mí. Hasta ahora es una buena experiencia.-¿Cuáles son tus trabajos o proyectos actuales?-Estoy con muchísimo trabajo, porque se me juntó la segunda temporada de 26 personas para cambiar el mundo, con Turner Internacional. Y seguro que antes de fin de año sale el libro con las entrevistas de los documentales. Además estoy con Lanata sin filtro en Mitre, con una participación desde hace cinco años para la Cadena Ser de España, por eso tuve que dejar de escribir las columnas para Perfil. Por lo menos por un tiempo no voy a laburar en gráfica, porque estoy sobrepasado.-Después de 15 años, hace unos meses decidiste casarte con Sarah, tu mujer: ¿cómo está tu vida en matrimonio?-Esperamos mucho y tenemos una hija de siete años que se llama Lola. No cambió nada, fue algo que quisimos hacer los dos y fue una lindo momento. Estoy felizmente casado. Yo ya me he divorciado bastante. Ahora estoy bien con Sarah, hace muchos años que estamos juntos y seguiremos así.-¿Por qué no tenés cuenta en Twitter?-Porque Twitter es como la puerta de un baño público, tiene la facilidad de que como es anónimo, todo el mundo puede decir cualquier cosa. A veces es interesante y otras, una caterva de pelotudeces. Tengo como seis tipos que aseguran ser yo. Pero eso es inevitable. Twitter vive de los impostores, es común. Me la paso aclarando que no soy yo. La semana pasada Osvaldo Bazán discutió con uno que juraba que pensaba como yo y me interpretaba, está loco ese tipo.-¿Cómo te llevás con la tecnología?-Tardé mucho en adaptarme, cuando informatizamos Página 12 era el único que usaba máquina de escribir. Pero me gusta, estoy mucho en la red, trabajo con la computadora todo el tiempo.-¿Tenés Facebook?-Sí, pero no lo uso.-¿Cómo estás de salud?-En este momento no me estoy dializando hace dos meses. Estoy a dieta y mis análisis dan bien. Es un período de stand by, me voy a volver a dializar, pero por el momento extiendo el plazo. Las amneas nocturnas las sigo teniendo, pero duermo con una máscara y no pasa nada. Estoy controlado con el sobrepeso. No corro los cien metros con vallas, pero estoy muy bien.-Pero seguís fumando…-Sí. En la radio pago la multa de mi bolsillo y en PPT también fumaré, porque yo fumo en la vida. Y no soy distinto en la vida de lo que soy en los medios.

Fuente: http://www.ciudad.com.ar/espectaculos/91506/jorge-lanata-cuenta-sera-periodismo-todos-stand-investigaciones-imitaciones-mas