6.13.2011

APSC presentó la obra Entre Periodistas



Visión y perspectiva de la liberta de expresión y prensa en Bolivia


En un estado democrático se deben promocionar todos los derechos del hombre. Por estas razones, la sociedad necesita de la libertad de expresión y de prensa para desarrollar el bienestar común a partir del respeto a las libertades individuales y colectivas. Con una prensa libre, pluralista e independiente todos los ciudadanos ganan, mientras que con la conculcación de estos derechos se impone un pensamiento único que debilita la institucionalidad democrática.


En esa línea, la Asociación de Periodistas de Santa Cruz, convocó a destacados profesionales y académicos que ejercen el periodismo en nuestro departamento para que nos cuenten sus vivencias, dificultades y alegrías en el día día de las redacciones de sus medios y nos den sus puntos de vista sobre la situación de la libertad de prensa y de expresión en nuestro país. Así Roberto Navia, Daniel Castro, Harold Olmos, Julio César Caballero, Pedro Rivero Jordán, Adhemar Camacho, Tuffí Aré, Maggy Talavera, Carlos Valverde, Eduardo Bowles, Mónica Salvatierra, Roberto Méndez, Pablo Ortiz, Marcelo Huanca, Hugo Salvatierra, Marcial Chupinagua y Germán Cassasa, aceptaron el desafío.


De esta manera iniciamos una serie de actividades orientadas a continuar comprometidos en la defensa de los derechos fundamentales de las personas, que también acogen a los ciudadanos periodistas.




El Directorio APSC

Harold Olmos presentó su libro en la FIL



Con el patrocinio de la Asociación de Periodistas de Santa Cruz, el pasado sábado 11 de junio de 2011, Harold Olmos, presentó su libro sobre el caso Rózsa en el salón Enrique Finot de la XII Feria del Libro de Santa Cruz. Con una cuidada redacción el prestigioso periodista beniano, documenta a partir de las publicaciones de prensa, declaraciones de funcionarios del gobierno, la fiscalía y la policía, los acontecimientos sucedidos en el Hotel Las Américas y lo que sucedió posteriormente. La precisión en los datos aportados, su organización y análisis dejan al descubierto una cadena de contradicciones oficiales y ponen en evidencia la debilidad en la argumentación de la fiscalía para justificar su accionar. Permite además al lector recordar hechos concretos y junto con el autor coincidir en una serie de interrogantes que hasta la fecha no tienen respuesta.
El caso conocido como Rózsa, estalló el 16 de abril de 2009, cuando hubo una polémica operación policial, sin mandato legal, en la ciudad de Santa Cruz, para desbaratar una supuesta banda terrorista que, según el Gobierno y la Fiscalía, pretendía matar a Morales y formar milicias para independizar Santa Cruz. En ese operativo, los efectivos de la disuelta Utarc dirigida por el capitán Wálter Andrade, mataron a Eduardo Rózsa, presunto jefe de la trama, al rumano Arpad Magyarosi y al irlandés Michael Dwyer, y fueron detenidos el húngaro Elod Tóásó y el boliviano-croata Mario Tadic. Para Harold Olmos, el misterio de lo que realmente sucedió en el fatídico día dividió la vida de los cruceños en un antes y un después porque modificó la tranquila vida de la sociedad para someter a la persecución judicial a numerosos líderes cruceños.

Entrevista a Alain Touraine en Página 12



ALAIN TOURAINE, SOCIOLOGO FRANCES, VIEJO CONOCEDOR DE ARGENTINA

“Veo un gran esfuerzo de reorganización”




Conmovido por su visita a la ESMA, habló de institucionalidad, democracia, el rol de Europa y el de EE.UU. y los ciclos entre capitalismo “extremo” y construcción social. Su escepticismo ante las fábricas recuperadas y los piqueteros, su rechazo a Chávez y su visión del Presidente argentino.

Por Susana Viau (realizada el 26 de febrero de 2006)

A sus 81 años, el sociólogo Alain Touraine, autor, entre otros, de Sociología de la acción y La sociedad post industrial, y figura máxima del Foro Internacional sobre el Nexo entre Políticas y Ciencias Sociales, auspiciado por la Unesco, despliega una energía envidiable. Tras pasar buena parte de la mañana en la fábrica Brukman, realizó un largo recorrido por la ESMA. Al llegar al hotel, pasado el mediodía, pregunta a Página/12 si puede almorzar mientras responde. Después de una rápida consulta al camarero, opta por un risoto y una fruta fileteada que devora sin complejos. Es un hombre educado, pero no hace derroches de cordialidad; el buen humor no parece ser la especialidad del profesor de la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales de París. Sin embargo, se excusará con un argumento imposible de rechazar: el diabólico circuito de la Escuela de Mecánica lo conmovió más allá de lo previsto.

“Estábamos solos, no había nadie más y teníamos la impresión de encontrar sombras. Me habían propuesto visitar la fábrica, piqueteros y este campo. Yo puse la fábrica en tercer lugar y la ESMA en el número uno, por una razón quizá demasiado favorable a los argentinos. Estaba impresionado por la forma en la cual los argentinos –y solamente los argentinos– desarrollaron la memoria, de tal manera que los desaparecidos se oyen, están verdaderamente presentes y no sólo con las Madres. Por eso hay una oposición tan grande entre las voces argentinas y el silencio chileno o uruguayo. Es la legitimidad de la Argentina de hoy. No es una legitimidad propiamente democrática. Es una legitimidad más profunda, de la defensa de la lucha. Eso constituye un principio de legitimación a partir del cual las cosas cambian. El hecho de que el Presidente dé tanta importancia al tema de los derechos humanos es un avance de la democracia. Aquí la palabra democracia no es una palabra clásica, un poco gastada, como lo es en Inglaterra. En este país decir ‘un demócrata’ era como decir ‘un agente de la CIA’. No significa que todo es democrático, quiere decir que el cuadro de referencia lo es.”

–¿Que opinión tiene de las fábricas recuperadas?

–Es un fenómeno muy secundario, recibió subvenciones del Estado, con fábricas trabajando con viejas máquinas, con muros sin pintura, sus productos son de calidad muy modesta para población de escasos recursos. Pero sobreviven. No es el paraíso. Es una cosa interesante, que los argentinos muestran como si fuera un símbolo del nuevo régimen. Es respetable, interesante..., pero hablemos de otra cosa. Todo eso es respetable, es una parte muy minoritaria de lo que se llama movimiento obrero, pero no constituye una solución. Hay que saludar, hay que esperar que sigan recibiendo apoyos. Hubiera preferido ver a los piqueteros.

–¿Considera que los piqueteros tuvieron mayor incidencia?

–Tienen menos que hace unos años, pero en todos los países latinoamericanos, como hay mucha gente fuera de juego, la experiencia democrática no puede ser total. No están abajo, están fuera. Por eso hay un componente populista y de movimientos de base. Si el sistema progresa, su capacidad de reincorporación, de cooptación va aumentando; si no lo hace, se puede transformar en un tipo de antidemocracia. De todas formas, la recuperación argentina es más rápida de lo que se esperaba.

–Usted sostuvo que el liberalismo no es modelo social.

–El liberalismo extremo como tal es la negación de un modelo social. Un capitalismo extremo separa lo económico de lo social, lo social se va a pedazos. Estamos saliendo de eso, pero hemos vivido largos períodos de desocialización. Lo que se va a construir será totalmente diferente.

Siempre después de un período capitalista extremo hay que reconstruir el control de la economía por parte de la sociedad.

–También dijo que en Estados Unidos había ghetos y en Europa no.

–Absolutamente cierto, yo lo decía siempre a los amigos extranjeros. Pero ahora hay. Se crearon en gran parte porque el viejo instrumento de integración que era el alojamiento subvencionado por el Estado, los HLM, ya no existe más. Yo vi personalmente barrios con un solo supermercado donde no hay ni vino ni jamón. Hay un movimiento de retraimiento. La población francesa rechaza y algunos de los rechazados, por el momento bajo el control de la familia, pasarán hoy o mañana a un integrismo agresivo. Estamos en un proceso de desintegración.

–Esto es lo que explica los episodios de violencia del año pasado.

–Es violencia pura, sin organizaciones sociales, sin metas, sin discurso, sin palabras, sin ideología, sin nada. Por un lado, el rechazo a los hombres jóvenes porque se llaman Yousseff o Ahmed, que no encuentran trabajo y dicen “yo soy francés, pero de segunda categoría”. Este fenómeno se ve, y mucho peor, en Bélgica, en Dinamarca, en Austria.

–Pero estalló en Francia. ¿Qué condiciones lo hicieron posible?

–Inglaterra tuvo muertos, hace 20 años. Eso no hubo en Francia nunca. Pero sí hay un elemento muy importante en Francia y es la referencia republicana. Es el sistema francés del “todos iguales”. El no preocuparse por las diferencias, es la idea de que debemos encontrarnos todos en el universalismo de la ciencia, del arte, de la nación y del no sé qué. Esto los hemos estudiado, y lo digo con tristeza. Esta escuela republicana es el factor más importante de discriminación social. Al joven cuyo padre no habla francés, ¿quién lo ayuda? ¿Quién se ocupa de ese tipo? Entonces, para decirlo de manera más clásica, no utilizar una discriminación positiva es aceptar una discriminación negativa. Los franceses tienen que eliminar sus costumbres pretenciosamente republicanas y aceptar las discriminaciones positivas. Nosotros tuvimos el ejemplo de un sistema de discriminación sumamente eficiente: el que se creó a fines del siglo XIX, el impuesto progresivo. El más rico aportaba una tasa más alta. Este es un proceso de redistribución.

–Había señales en el cine y en la literatura, ¿por qué se demoró tanto en advertirlas?

–Lo peor es observar que después de estos disturbios, cuatro meses más tarde, no se ha tomado ninguna medida. El gobierno tuvo una posición muy buena y quiso evitar a toda costa muertes, como en el ’68. Pero si no se toman medidas muy rápidamente vamos a la violencia a la inglesa o a la americana. Ahora, desde que dejé París, hay un joven asesinado por judío a manos de “gangs”. Los franceses están paralizados por su republicanismo.

–¿La discriminación tiene raíces puramente culturales?

–Lo que hay es un proceso básicamente cultural, especialmente en la escuela: “por favor, ve al fondo de la clase porque tus compañeros son más rápidos”. Hay un proceso de marginalización constante. Sin exagerarlo, porque luego de los disturbios del año pasado no hubo ninguna manifestación de extrema derecha, ninguna, y el gobierno de Chirac, repito, no está a favor de una política represiva. Pero hay que cambiar de paradigma, hay que cambiar de siglo. Hay que incorporar una pluralidad de culturas.

–Después de la entrevista con el Presidente afirmó que Kirchner no era populista.

–No digo eso. Lo que digo es que definir a Kirchner como enteramente populista, es falso. Hay una tendencia, tal vez en gran parte vinculada a su personalidad y a la falta de integración de la sociedad. Pero en general considero que los componentes no populistas del Kirchner actual son más importantes que sus rasgos populistas: por eso rechazo esa definición. Hay gente que dice, y con razón, que hay un proceso peligroso de desestructuración de las instituciones. Yo creo que sí, pero veo también un esfuerzo grande de reorganización de una sociedad que no tenía Estado, que tiene un nivel muy bajo de capacidad de decisión, que tiene una capacidad de management, de government, muy inferior a la de Chile. Es muy pragmático, un poco desarrollista, hay un poco de Frondizi en él también. Insiste mucho en eso y me parece muy importante. El segundo aspecto y quizás el más relevante es el lugar que da al tema de los derechos humanos. Tiene una visión muy pragmática en lo económico y sinhostilidad al sistema económico mundial. Respecto de Chávez, no concuerdo con su postura. Por el nacionalismo peronista, por el clima antiamericano actual, Kirchner siente que en ciertos aspectos no está muy lejos de Chávez. Yo le dije que esta imagen que está creando es absolutamente negativa para él porque la del propio Chávez es negativa. Es petróleo, petróleo, mucha plata sin desarrollo económico, más un juego a la Fidel Castro, y yo no tengo ninguna simpatía por ese tipo de cosas. Argentina tiene que ser vista como un país que lucha contra la pobreza, contra el desempleo. Hay un riesgo de concentración del poder, eso se discutió mucho a propósito del debate parlamentario reciente. A eso hay que agregar que es un hombre bastante solo, bastante ensimismado. Existe un riesgo de populismo y la relación con Chávez es un indicador. Pero yo creo –y no quiero ser demasiado optimista– que Kirchner no está reconstruyendo el país, creo que lo está construyendo.

–Para entendernos, ¿cuál sería para usted el rasgo esencial del populismo?

–En un dirigente político el populismo consiste en dirigirse directamente a las masas por encima de los sistemas institucionales: como Toledo al principio, o Perón. Reitero que no me parece que haya en Kirchner la vocación de líder carismático; por el momento, Morales tampoco es populista, Lula seguramente no; el señor del petróleo, sí. Me parece importante para el presidente argentino mostrar que no hay un eje Caracas- Brasilia-Buenos Aires y que Argentina es un país que debe concentrarse en la solución de sus problemas.

–¿No cree que ese eje le da a Argentina capacidad de negociación?

–Yo creo lo contrario. Si se habla de Mercosur, sí. Pero Venezuela no es un país, es un pozo de petróleo, como Irán.

–Se diría que el suyo es un pensamiento metropolitano, eurocéntrico.

–Toda mi vida he tratado de expresar una postura exactamente opuesta. Todo el mundo sabe que si hay una metrópoli, es Estados Unidos. Los europeos y los latinoamericanos han tenido la misma posición. Con el liderazgo de Francia, contra los americanos. Gracias a Dios un chileno y un mexicano se unieron para votar con los franceses contra Washington. Además, los europeos no tiene crecimiento, no son productores de un modelo nuevo. Yo tengo más una visión, no negativa pero sí un poco desesperada de Europa. Ahora, si usted me dice que yo tengo modelos de pensamiento que obligan a todo el mundo a pasar por el modelo europeo debo decirle lo siguiente: a la vez sí y no. En eso mantengo el valor universal de ciertos aspectos del modelo europeo, los fundamentales de la Ilustración, la confianza en la razón y en los derechos individuales como universales. Pero a partir de eso le digo que dos países de inmigración, Inglaterra y Francia, muchas veces identificaron su propia historia, su propio modelo de sociedad, con el universalismo. Pero en este momento los ataques antieuropeos me parecen crear una debilidad más grande, eso es exactamente Al Qaida, es la guerra y yo no quiero la guerra.

6.03.2011

Jill Abramson, la primera directora de The New York Times



La directora Abramson y nosotras
Por: Ana Alfageme
En su despacho cuelga la vieja fotografía de una de las primeras reporteras de The New York Times rodeada de hombres. Lleva tatuada en el hombro una ficha del metro de Nueva York. Contó en un blog el primer año de vida de su perro. Escucha a Arcade Fire. ¿Quién es Jill Abramson, la primera directora de The New York Times? Y sobre todo, ¿qué supone su nombramiento?
57 años, neoyorkina del Upper West Side. Alterna la apretada rutina en la Redacción del Times con la enseñanza de narrativa periodística. Como número dos del director saliente, Bill Keller, y profesora en Yale, circula con una privilegiada memoria fotográfica entre las palabras de Gay Talese y las revueltas árabes o los presupuestos de Obama. Una jefa exigente y con estilo de mando a veces abrasivo que tampoco se arredra ante el poder.
Lo demostró enfrentándose al anterior director, el autoritario
Howell Raines, quien dimitió a raíz del escándalo de Jayson Blair, aquel olvidable reportero que plagiaba e inventaba entrevistas. En la época más convulsa de la Dama Gris, ella Impulsó con otros colegas la reforma de la Redacción para que fuese más amigable con los periodistas y promovió la figura de un ombudsman. "Tiene agallas. Cuando haga alguna estupidez, me lo dirá. Y también sé que no dirá a nadie que he hecho una estupidez", dijo Keller cuando la eligió subdirectora hace ocho años, puesto en el que también fue pionera. Vio en la tozudez, resistencia y paciencia inherentes a su naturaleza de reportera de investigación una buena jefa. Y algo más: "El periodista de investigación que hay en tí te alerta de las agendas ocultas. Yo tiendo a ver lo bueno en la gente", contaba Keller. "Jill es más cautelosa y suspicaz. Es la persona perfecta para estar a mi lado".
Después de pasar por Harvard, a los 31 años llegó a directora de
The Legal Times, un medio especializado de Washington. Con las suelas ya gastadas de recorrer los despachos de los grupos de presión y husmear entre los papeles de las agencias estatales para The Wall Street Journal, abordó a una columnista del Times y se recomendó a si misma. Consiguió el empleo y con él, acercarse a la devoción por el diario que toda su familia compartía. Y hasta hoy.
No guarda ningún Pulitzer en casa ni ha sido corresponsal, hechos hasta ahora imprescindibles para gobernar el diario, aunque lo compensa con haber dirigido coberturas de todo tipo, (entre ellas brillantes proyectos de investigación) además de tutelar la oficina de Washington. Pero tampoco en sus 160 años de historia la Dama Gris había hecho honor a su nombre colocando al frente a una mujer. Ni a alguien que
se ha sumergido durante meses en el desarrollo digital para impulsar la integración de la redacción y el controvertido muro de pago. Una habilidad crucial para un futuro sobre el que ya se ha pronunciado. El mundo web tiene otras colegas en lo más alto. Se ha unido a la liga.

Nuevos tiempos. Fotografía compartida en Instagram por un periodista de The New York Times con el director saliente Bill Keller, a la derecha, Jill Abramson y Dean Baquet, el nuevo número dos.
The New York Times, probablemente el mejor diario del mundo, es un espejo en el que nos miramos los periodistas,
como decía ayer Berna G. Harbour. Que esa referencia profesional cuente con una directora posee un gran valor simbólico. Para nuestro futuro y el de las reporteras que nos sucederán. Aunque sea excepcional, como recuerda alguna colega estadounidense: en 12 años, apenas ha mejorado el panorama femenino en las jefaturas. En Estados Unidos sólo uno de cada cuatro directores o subdirectores son mujeres. La situación es peor en España, donde la proporción se rebaja a una de cada cinco o menos, según el Estado de las Mujeres en Medios de Comunicación (2011).
Jill Abramson lo tiene en cuenta y lo ha colocado en su agenda. Ayer, en sus palabras a la Redacción. agradeció el apoyo recibido por
"sus hermanas" (una docena de periodistas). En una crítica de una antología de mujeres reporteras, señalaba: "Nuestra presencia falta en las cabeceras de los periódicos, las páginas de opinión y las primeras páginas de los mejores medios". Ella misma recuerda una reunión en la sede del diario. "Eran diez, todos hombres. Al entrar, a modo de broma, les dije, 'chicos, creo que necesitáis unas cuantas mujeres aquí".
El dia a dia de las pocas jefas que han alcanzado la cima de las redacciones es tan irreal como la imagen que describe Adamson: mesas exclusivamente pobladas de barbas y corbatas. El mundo, afuera, ya es otra cosa. Hace falta reflejarlo. Ahora se hurta la mirada de la mitad de la población. También se pierden las habilidades específicas que puedan aportar las directivas en un equipo de trabajo.
La llegada de Abramson es una gran noticia. Punto de inflexión, y, esperemos, catalizador. Creo que se necesita alcanzar una masa crítica de mujeres para que la diversidad se dispare. Si alguien puede cambiar algo, ella tiene algunas cualidades. Sobrevivió
a un atropello de camión. Es la imagen que usan algunos para simbolizar su fortaleza. La única crítica que he encontrado es su condición de lider severa. Muchos testimonios, sí, de su ética, valentía, compañerismo, sentido del humor y capacidad. Además de, bueno, elogiosas alusiones a la dureza y tamaño de los genitales que poseería de ser varón. Es lo que hay.P. D.¿Habrá que ver reportajes como este del Times sobre los (exclusivamente hombres) jóvenes cronistas políticos en Washington? ¿O se parecerán a este otro (una parodia de aquel)?